jueves, 17 de septiembre de 2020

ALERTA, CULTURA

 

ALERTA, CULTURA

Leía con atención el artículo de Rosa Montero en el que se preguntaba, por dónde andaba el ministro de Cultura; siempre que la leo, no dejo de acordarme de su padre Pascual, nos profesamos amistad desde el primer momento de conocernos, y,  guardo con cariño su tarjeta navideña, una vez que yo había dejado los avatares oficiales de la cultura, cuando en el declinar pace el olvido.

La escritora se plantea varias cuestiones, primero el desafecto y desprecio en España a la cultura; por ende compara nuestra acción ministerial con la impronta de su homóloga francesa de dotar con 2.000 millones de euros a los segmentos que abarcan la actividad cultura en su país; detalla el efecto económico fatídico sobre el sector y sus oficios en este oscuro periodo, y, los correveidiles de algunos periodistillas de que los actores de la cultura en España son cuatro famosos que viven del cuento a costa de las subvenciones. Termina recomendando al titular de cultura, José Manuel Rodríguez Uribes a que comparezca.

En España hasta el historiador, me permito la broma, Fernando García de Cortázar, escribió,  Breve Historia de la Cultura en España, y no es que no diera para más nuestro acervo histórico. Pero hay que mirar en los siglos XVIII y XIX, para entender ese españolismo de sabor inculto y populachero, por más que Joaquín Costa, quisiera poner, “despensa, escuela y doble llave al sepulcro del Cid”; aquí terminó la mísera  Falange, gritando- “viva la muerte, muera la inteligencia”.

Fueron los ayuntamientos democráticos de 1979, las primeras instituciones públicas que tomaron en serio la actividad cultural, y constituyó un alivio tener en 1982 de ministro de Cultura, a Javier Solana, quien lideró un cambio sustancial en el proceder del Estado, que como Octavio Paz recomendaba, “se debe hacer con neutralidad e imparcialidad, pero con un impulso para fomentar la creación, la interpretación, conservar el patrimonio del pasado, proteger las culturas populares….”. El problema fue que nuestro ministro se nos hizo el más descentralizador hacia las autonomías, y nos creó un magma de competencias e incompetencias, que se sufrieron indeciblemente en las corporaciones locales que marchábamos a todo gas; menos mal que no hizo igual como secretario de la OTAN, sino hasta Gila hubiera perdido el teléfono.

No solo los franceses nos llevan ventaja en la dedicación de las naciones a su cultura, amén que ellos no vivan la complejidad del mapa de España y sus singularidades lingüísticas y tradiciones.

Con todo el respeto a los titulares, desde Solana, que ahora clama desde el Prado que, - “el Estado debe implicarse más en la Cultura”, por más de que algunos gozaban de curriculum extraordinario, no he asistido a un despertar como el del 79 municipal y el 82 estatal.

Al actual ministro le ha pillado la pandemia, y poca pericia ante la  gran máquina seductora de sus organismos e instituciones, y en estas fechas. Alguien no le dijo que en leal saber y entender de la cultura pública, está en favorecer una oferta fuerte y acertada, para transmitir entusiasmo en la gente, que cada día debe acrecentar su número en la demanda.

Hoy salen a la calle a protestar los actores de la cultura  y el espectáculo, en “Alarma roja”  en muchas ciudades, esos que algunos llaman “vividores del cuento”, como generalización, quieren que se sepamos  su lamentabilísima situación, más quieren hacer saber que su actividad,  debe tomarse como una acción transversal que superen los exiguos medios  del ministerio de Cultura, porque nadie debe olvidar que tras la mayoría de la manifestación cultural hay una economía de recursos, no solo turísticos, que beneficia la prosperidad de nuestras arcas públicas y privadas.

Curro Flores

 

 

 

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