domingo, 24 de enero de 2021

CON EL "CULILLO" AL AIRE

 

CON EL “CULILLO” AL AIRE

El Consejero de Salud de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, que tiene porte de Sancho, ante su quijotesco homónimo aquel sabiondo  Duque de Alba, está con el trasero al aire, por no saber el tamaño de las jeringas que metió en el carro de la compra, le dieron la talla S, y ha perdido de inocular la nadería de la quinta parte de los 25 millones de dosis suministradas ¡vaya chapú!

El buen doctor lugareño que venía con el propósito de racionalizar la sanidad andaluza, privatizando a troche y moche,  después de los tantos años sometida  y desarrollada la pública por las huestes socialistas;  se ha encontrado inmerso en el disloque del nuevo mundo de la sindemia: ola tras ola esperando el tsunami que nos anuncia. Aguirre no pega ni con cola en el entramado de la “bendodolería”, más de yuppie de devocionario, y da mal en el corte de imagen en promoción por la Junta, en el que gasta a manos llenas el fondo del Barranco de las Viboras, de reptiles, para que los devotos “agradaores” enaltezcan la insalvable gestión de Juanma y su muchachada.

El médico y Consejero no tiene vara para doblegar las incongruencias de sus jóvenes colegas que, por un lado nos someten a las catacumbas pandémicas, y por otro dan permiso para esquiar y cazar. Un buen amigo me manda una foto de Sierra Nevada, sobreexcitado por el desliz de la gran masa de esquiadores, si no fuera porque la Estación es de, o para Borreguiles de forfait, uno pudiera pensar que son un alud de “negacionistas” que se manifiestan a resbalones. Un gran culetazo de San Telmo y su comité de expertos.

Los de la culata en mano han sido menos  vistosos, al menos que algún desaprensivo quiera exhibirse con los corzos y jabalíes  abatidos en la montería, y por su real gana nos obsequie su imagen de triunfador y compañeros de puestos. El insuperable Juan Marín, vicepresidente de la Junta, se cuasi explicaba que lo del permiso para cazar, era para evitar que un jabalí  se pasee por las playas, o uno no se pueda encontrar en la calle a un ciervo sin mascarilla con catorce puntas de cuerna.

“Culillo”, culetazo y culata, me recuerda el soniquete de un juego de niños, para que después la policía me interrogue  porque las ruedas de mi coche quieran entrar en el umbral del municipio de la calle de al lado.

Curro Flores

 

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