domingo, 3 de enero de 2021

GIBRALTAREÑA DUBIDUBIDU...

 

GIBRALTAREÑA DUBIDUBIDU…

Oía tras los cristales que María T. mañana viajaba a La Línea en autobús, mi abuela le deseaba suerte, y se despedían hasta pasado el viaje. La señora T. aparecía a los dos días con un bolsón, y una talega de los de antes, alegre y contenta, cruzaba hasta el interior del cuarto de prueba, dejaba el alijo, y a despedir la última clienta, inmediatamente cerraban la puerta, y como grajillas enlutadas desempaquetaban: medias, conjuntos de lana de Shetland, queso, galletas, muñecas auténticas de goma, cartones de rubio, pantalones vaqueros…¡uff! Se elegía lo que daba el monedero para contrabando, y felices como perdices. Esa era mi primera impresión de la existencia de Gibraltar, y quizás mi primera aproximación a la geometría lineal.

Con los años vendría el NODO, que para tapar las vergüenzas del franquismo, nos mostraba una manifestación de patriotas pidiendo El Peñón, a lo que la gracia clandestina respondía con el chiste del manifestante cojo, al que un reventador le dijo,- si tú no puedes andar por lo llano para qué coño quieres ir por la Roca. Después vinieron Los Tres Sudamericanos, con su canción de amor “Gibraltareña”, aquella en que el enamorado se prometía cruzar la línea para besar a su amada libre llanita junto al Peñón, “de luces y de colores se viste el mar, hay risas en las casitas de Gibraltar…”

A primero de 2021, se saludaba la prensa a toda página, que se habían salvado los escollos del Brexit, y los ciudadanos españoles y gibraltareños, iban a poder seguir tranquilos porque la verja seguiría abierta, tras el acuerdo de Gran Bretaña y España. Evidentemente el solivianto que habían vivido, da para mucho, y más para los nostálgicos de la dictadura, la que nunca hizo nada por recuperar El Peñón, pero lo mantuvo como una cantinela inane para acabar con esa cicatriz fronteriza de la península Ibérica.

No soy un apasionado de las cercas, ni de las escrituras de propiedad, el neolítico parece que grabó en mi herencia la trashumancia, por eso me extraña que nuestros ibéricos de bellotas de lujo, no conozcan que desde que se empezó la humanidad a hacer fronteras, las tres primeras nos cabe el berrinche de haberlas hecho los españoles, a saber, por los tratados de Badajoz y Zamora, más la andorrana. De la cesión de Gibraltar por el tratado de Utrecht a la Corona británica, mejor ponerse la mascarilla para que no nos vean los colores.

Ayer, mister don Picardo, ha anunciado el confinamiento de los vecinos de la Roca, la nueva variante  británica del virus ha sacado sus siniestras escrituras, para meter más miedo, y quitar la reciente alegría de los que comparten vida entre la Roca y el campo de Gibraltar.

Curro Flores

 

 

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