martes, 31 de diciembre de 2024
LUNA JOVEN: A CHICA LA UVA
A CHICA LA UVA
A CHICA LA UVA
A los de la perra chica, nos quedaban joyos entre charcos para jugar con las bolas de barro, viejos percheles de derribos; en el día de todas las cuentas, el Súper está que se juega a los coche choques con la bulla y las cajas están contando el billetaje, hasta de los gajitos de uva; la OCU dictum a cuasi 3 euros el medio kilo de atragantarse dando la vuelta al calendario, aunque las pisadas de Rioja y Sherry son más prohibitivas que las del brut culé donde impera la pela. De pureta con la paguilla, me queda el peso de cocina para pesar las doce uvas, por si corto la ración o la cambio por pasas atrojas de la pandemia. En fin, se rebaja el oro líquido de Andalucía, pero con la incertidumbre de que lo anuncian en las lineales como las rebajas de Enero, veremos. No me resisto a comprar el último periódico del año, aunque después de la primera, da para envolver el pescado o machacar contra la puerta los arenques, porque el papel de estraza ya no lo sirven para liar recados. Me dice que el transporte urbano supera en la ciudad a no sé cuantos viajeros en números lirondos, con todos los de mi Hogar dando vueltecitas gratis de reconocimiento; los portacontenedores invaden el Puerto, cosas del chino; los aviones han aterrizado más que flamencos rojos en la laguna de Fuentepiedra, a pesar de las danas; nuestros pìsos en escalada De la Torre han subido más que en ninguna parte de España y comunidades, cosas de turistas. Don excelentísimo Oscar Puentes quiere subir un piso los trenes a la inglesa, para que quepan los guiris gratis para ver las luces de Navidad. Nuestro Museo Picasso bate records históricos y después que digan, que no tuve buenas ideas. Pero aunque la mujer se salvara al tirarla en Marbella de un cuarto piso, me gustaría repetir el vuelo con el asesino que la ha tirado, para ver si el Ángel de la Guarda trabaja en espachurrarlo. Poco más, vuelta a mañana ¡feliz 2025! Dite otra.
Curro Flores
lunes, 30 de diciembre de 2024
LUNA JOVEN: VENIALES A LA DERECHAS
VENIALES A LA DERECHAS
VENIALES A LA DERECHAS
A añicos el retrovisor de Alzheimer, mi ángel de guardia permanente; un picoleto destricorniado me hace el alto, pero era tan bocazas el aliento a cafelati que me largo a la aventura sin hacerme pegar el soplo delator. Al menos algo que contar en las festividades, porque mi caudal de análisis sesudos de la política, hace años que me lo prohíbo ante más de un comensal y dejo el oleaje a los activos campales, para ver si por fin ganan una Justa local, porque la nacional con ser triunfal va de pecado mortal, con penitencia inhabilitante, al menos para los corifantes de derechas. Después de subrayar tantos textos marcianos de izquierda, apruebo su abandono, porque mi sentido de clase venía acunado y para adquirir conciencia basta fijarse un poquito de porqué te vienen las guantas. Siguiendo tantas cuitas de perder, criado a lazo en el nacional-catolicismo, se han vuelto luminosas sus telarañas embauladas y abulto el sobaco con el Ripalda, un tratado de Moral Católica y el releído del Vaticano de viraje; he añadido el nuevo Catecismo, la Biblia de las letras gordas; es flechazo al libro, para que el espejito destrozado no dé por ciertas mis genuflexiones a cocola libre. Los de Aránzazu o Ainhoa, tan allright como los de Montserrat, no ven alternativa en un enlace con la Almudena o el Apóstol, porque los incrédulos votantes no le han dado cuerda a la derecha, todo dicho y en pañales, navegamos en un gobierno con la mácula original en la chepa y de pecado mortal todo lo que toca, aunque a legislar no hay quién le gane, su pecado de omisión para gobernar es de nacencia, acaso a alguien se le llame rojo sin estar condenado a los avernos y el azul inmaculado por más faltusco pertenece al venialato de su indecencia. Ayuso, noviete, Mar, la zaga Feijoó, Rato y el dios togado, con el Rosario de la Aurora tienen indulgencia plenaria periodística; encima el Baltasar nos traerá carbón en desuso, por eso la cruz es de izquierda y la Resurrección el mito de los otros.
Curro Flores
domingo, 29 de diciembre de 2024
LUNA JOVEN: LA HOMILÍA REAL
LA HOMILÍA REAL
LA HOMILÍA REAL
A ensalada y canapé con mando a distancia en adobo insistiendo en el eterno discurso del Rey, pero en los ahoras, salvo los chivatos de guardia poca atención se presta a la pantalla; en los mañanas cada partido fija sus okeys, salvo los republicanos que lo ven de sobra, -adiós, sin gracias. Todo poder de la España de orujos incierto, tomó el órdago de cautivarnos con su felicitación, avanzadillas y recetas, todo un despropósito para el pito del VAR; pero que da más comidilla que la entrevista de los entrenadores al Larguero. Hasta laicolandia tiene doctores para entusiasmar con la perorata de la Misa del Gallo, pero algo tiene seglarlandia que salvo los sucesos todo suena a huero; por eso me encamino a recomendar con hechuras de videoclip de éxito musical y repeticiones en 3D como los goles de M´bappe y propaganda de serenata excepcional, se prepare el pimpollo de la Zarzuela su carta de reajuste. Si sigue el tedio y como ya no hay NODO obligatorio, SM y los dieciocho excelentísimos, pueden meterse el papel en la botella de un naufrago en busca de una orilla más lejana. Llegará el día, si las coma se toman como acentos volátiles de progresía; que moros y cristianos coincidamos con fervor de aliviadero político, en que el Rey Baltasar tome la quimera de la patera, en un plató de Prado de su Casa, y sean sus palabras redichas, como el haba que se busca en el Roscón. Al Barta en confianza le pondremos nuestras zapatillas y le cantaremos un Góspel africano, en las nuevas y prominentes avenidas del Negro, porque acabaremos con las arrabaleras calle de los Negros sin numeral. En fin, algo es soñar, porque don Felipe ha logrado que ningún vocero sienta responsable a su garito del clima malévolo en la que vive asentada nuestra politiquería.
Curro Flores
viernes, 27 de diciembre de 2024
LUNA JOVEN: MI PREGÓN DE VERDIALES
MI PREGÓN DE VERDIALES
PREGÓN DE VERDIALES 2009, DE LA PEÑA DE JUAN BREVA
Queridos amigos y amigas de la Peña Juan Breva
Fiesteros y fiesteras, y aficionados/as a la Fiesta
Nuestros amigos de la Peña Juan Breva, presididos por mi buen amigo Gonzalo Rojo, han querido que ocupe plaza de honor de pregonero de la cuarenta y una Semana de Verdiales. Esta elección la parió la camaradería, la amistad y el afecto que nos profesamos, no hay otro mérito.
En este lugar tan singular de nuestra ciudad, donde se enseña que “escuchar es un arte”, trato de rendir culto, de un modo personal, al más longevo de nuestros bienes culturales, no sé si sabré restituir lo mucho que me han dado en lo público y en lo privado los fiesteros y fiesteras, los verdiales.
De nacer dos veces o tres, cuánto haga falta, no me canso del mundo, quiero una infancia feraz y saltarina en los Montes de Málaga, en partíos fiesteros, dónde la angustia de subir una trocha cargado de canasto de uvas o un saquillo de almendras, dan aliento, para llenar los ecos montunos de alegría festiva: grandeza de alpargatas endurecidas en el barro, pana raída y tomizas de hilillos acomodadas a la cintura, para que no se traben las vergüenzas.
A los niños de la hoya de Málaga de limo sucio, tierra garrapiñada y casas desvencijadas, de olor a faena de arenques, les era difícil saber del horizonte más allá del “Monte Coronao”, de la matanza, del lomo adobao, del pan cateto, del vino de los montes y de los roscos de matalahúga.
Fueron los tantanes y chinchines de los panderos y platillos de tontos y tragaeras (fiesteros que no pedían para las ánimas, sino para ellos mismos), que ya bajaron de la Ermita de los Dolores, de Venta Alegre hasta la Venta del Túnel, por orden del señor alcalde de los sesenta, surcando su discurrir veredero tras los abanderaos, los alcaldes de las pandas y los reclamos de las caracolas, los que cada 28 de diciembre nos convocaban a la diversión que nos apicaraba y divertía a los jóvenes al ritmo del pasado ignoto.
El calendario lúdico de los sesenta y setenta del siglo pasado, más escueto que el actual dónde al botellón le faltan días de la semana, tenía dos fechas llamativas para convocarnos a la comunidad jaranera: la primera el 28 de diciembre “día de los inocentes” a ritmos de nuestra fiesta de verdiales, y el sábado de gloria en el que a las 12 de la noche se abrían las discotecas encuaresmadas durante la Pasión y nos acogían a trotar y desfogar con nuestras primeras turistas torremolineras a ritmo de rock. Pasado y futuro de nuestro buen solar al sol para la fiesta. Cultura de masas, masas en la cultura.
“Las escuelas municipales de verdiales intentan recuperar el folclore malagueño”, titular animoso de un periódico del 8 de junio, de 1986. Esta peña en el callejón del Picador, presidida por el añorado Alberto Cuevas, acordó con la autoridad municipal, promocionar y potenciar la fiesta entre la juventud, por aquellos distritos dónde se habían asentado las comunidades fiesteras. Ese fue el primer paso, algo ha llovido, hoy podemos decir en calle Ramón Franquelo, con la nocturnidad que le es propia y sin alevosía, que José Gómez Santiago, presidente de las pandas verdialeras, rige el destino de ocho de estas escuelas, que tienen 599 alumnos en 2009 y que el 28 de diciembre, siete nuevas pandas concursarán gracias a ellas, este es el resultado de lo que fuera aquella nuestra primera iniciativa en el Puerto de la Torre con Bernardo y su hermana.
La”riá” empezó a deslizarse mucho antes: lagares que desaparecían, ermitas derruidas, ventas obligadas a adecuar su negocio a los nuevos tiempos, casillas abandonadas, montes para soñar los montes a solas. Seres de la vida rural injertados en la economía de la urbe. El mundo de la fiesta deslocalizado. La filoxera ya había secado la sangre vital de los Montes, nuestro vino, el goteo del insistente cantarillo del progreso se encargó del resto.
Hoy, ya es hoy de muchas maneras, pero la esencia que personas de excepción como el verdialero alcalde de alcaldes Antonio Fernández Povea, y los Enrique España, Rafael Santiago, Adolfo y tantos otros, nos supieron entregar y mostrar, su manera de sentir, sus modos de vida, su manera de emocionar y emocionarnos, sus lucidas formas musicales, fueron el arranque para un acercamiento participado y menos invasivo de lo que en esta época se hace con otras expresiones folclóricas.
Quizás fue muy pretencioso llamarlo Escuela, dónde no había habido más que transmisión oral, pero ni la uniformidad escolástica las ha invadido, como algunos creían, ni el muermo las ha cegado; esos lugares de transmisión fiestera, pueden presumir de jóvenes de ayer, jóvenes de hoy, niños y niñas, que saben armar la fiesta e interpretar el verdial con fuerza montuna, original viveza cateta y singularidad expresiva en sus modos interpretativos.
No imitan porque saben, emulan porque pueden, y respetan sobre todo el legado de sus mayores. Mañana que ya es hoy de “El Hombrecillo” y “El niño de Juan Moreno”
Aunque la bandera como tal ha estado expuesta alguna vez a las reyertas entre los mal avenidos, quienes la portan abanderadas y abanderados, nos han embelesado con gracia y donaire, jugando a la perdiz y la ardilla con ritmo endiablado, driblando los jarales: Candelaria, María Gracia y María José: os vi crecer, mientras vuestro padre, el inigualable Pepe Salazar, (alcalde Zeus), pavoneaba el aire con su vara para vuestro baile del Coto de las Tres Hermanas; las Tres Gracias del Olimpo fiestero: festividad, belleza y júbilo.
Antaño en la Ermita, el pagado ermitaño, aprendió en su refugio a tocar la caracola y a decir aquí estoy. Dicen que vino del mar, despechado por el desamor de una sirena, allí conoció el concierto a son de caracolas, desde entonces el santón a lo lejos, decía “sueño con tu mar en la boca” y emitía un sonido de llanto amoroso que quebraba el alma. Esos besos lejanos enseñaron a la fiesta a decir “aquí estoy”, caminando por las olas de piedra, anunciados por la voz de la caracola, majestad y hechizo de todas las arquitecturas.
En el campo todo se vuelve saturnal; el rito para la fiesta es un volver y volver con los astros, un resucitar de la cosecha, calostro, miel, almendra, uva, aceituna; vino y aceite para encender el alma y los candiles en la noche más noche. Mayordomo y alcaldes preparan en San Andrés, el solsticio de invierno, se ajustan las pandas para la larga cabalgata de los senderos musicales. Allí los alcaldes de Raíces de Almogía, Jotrón y Lomilla, Los Montes, Santón Pitar, Majallana, las dos Comares, la del Puerto y hasta veintiséis se han juntado. Alcaldes dispuestos a la rifa, los juegos y al choque, con sus varillas ornadas coloreando el aire, ahora el paseíllo, la voz del fandango, la bandera, el trenzaillo, orden de revezo y rengue, armonía para la fiesta, y unas cuantas moneas para andurrear los caminos. Alcaldesa, la Melliza que por derecho levantas una panda de mujeres, y hacéis bailar a los hombres al son que se merecen. Alcaldes Povea, Raicero, Caliche, Calderón, Rafael por las eternas trochas del recuerdo.
Una melodía cercana, frágil y suspirada me trae al galán del trino. Paco Maroto, ha sabido juntar en su violín y en su voz los cantos de todas las galaxias de pajarillos que pueblan las ramas de Comares. Y Pepito Molina desde niño y tan don José por su saber y compromiso, ha movido con sus notas violineras los remolinos de arte más altos de nuestra geografía, el baile de “la Vito”. Caja de música de Santo Pitar.
Paseillo dulce de Juan Manuel del Pozo y Paco hasta acercarse a los truenos que anuncian una Feria de Tronío.
Su pergamino lunar con sonajeras, le sirve al Sardina para despertar a compás el Universo, mientras las caricias del Luiso hicieron mecerse a los luceros. Panderos grandes en los Montes, por si la luna se tapa entre montañas y nubes, decir que nunca nos falta.
Ese vino moscatel de sol consumado, pisado a son de fiestas, se brindó por todos los confines al ritmo de los chinchines animosos de platillos, como saben percutirlos El Negocio, que hizo el Zorro antes que Antonio Banderas y Víctor Luque.
Dos rasgueos sencillos por uno doble y hoy somos cuatro en la noche de San Juan, frente al crepitar de la hoguera, madera de palo santo, moradas de mil chicharras a compás con el pandero. Laúdes, bandurrias y guitarras de las estirpes moriscas que coronaron la sierra con su desgranar sonoro, que distinguen el sabor comareño.
Se ajustan las castañuelas son de lo alto de un cerro apontocado en las nubes, su Comares, por la sutil elegancia de sus giros, por la discreta pasión de sus miradas, deslindan un gesto de nobleza, purificado en la herencia del sacrificio a las diosas madres en los iniciáticos templos de la fiesta axarquica.
Adornado para la voz del verdial el barranco de las adelfas, sacaba la hondura del fandango de Dolores Gámez (Lolilla), marcada por las cuerdas del violín de Pepillo Meina. Dicen que María Fernández, cantaora inigualable, hacía todas las corales que necesitan los ecos de los montes, para cantar la fiesta a cuatro vientos.
Este serpentear harmonioso y vibrante se atesoró en la geografía fiestera, ajeno al otro muro, como bien dice José Luque, sabio conciliario de esta casa, “por lo copioso de su acompañamiento, evolucionando poco, conservando su naturaleza primitiva, de una rudeza y autenticidad impresionantes”. Hoy dónde eran siete, son quince los fiesteros, el rugir de la invención hace tiempo que ha elevado el diapasón de los sonidos.
La buena nueva: Los verdiales serán el primer bien inmaterial declarado de interés cultural por la Junta de Andalucía. Los fiesteros han conseguido el merecido lugar de preferencia, el excepcional creador y estudioso, el amigo Miguel Romero Esteo, han situado el rito en los años míticos del nacimiento de Europa.
La inabarcable historia de los verdiales: la falta de certezas científicas ante una tradición oral que se pierde en los siglos, abre puertas para que la especulación, delirio y dogma hayan hecho amistad y más que sembrar sanas dudas y curiosidad, enturbian el discurrir natural y cabal que debe tener la historia fiestera. Queda mucha investigación profesional por hacer, para llegar al principio, mucha para conocer el transcurrir en el tiempo, y sobran aproximaciones y acertajones. Mientras llega todo eso, sigamos viéndonos como depositarios de una fiesta ancestral, y a los fiesteros como los seres capaces de meternos en ese túnel del tiempo, con emociones de hoy.
Eran los días de ese puente festivo de ingeniería impar, que los guasones llaman de la Inmaculada Constitución, cuando mis amigos Alfonso Queipo y Ängel Luis Cañete, sabedores del trance que asumía esta noche, me citaron en los montes para emborrizarme de fiesta. Cogí mi coche a solas, y lo metí por las cuesta de Olías, la noche iba llegando estrellada y lunera, pero poco a poco una bruma de las que despiertan el más allá, se mecía entre Venta Cardenas y Venta Galvey, temeroso y con las luces largas más cortas que nunca, paré el coche en el punto de la casilla de tres caminos, a esperar para no desbarrancarme.
¡Uo!, oí varias veces a los lejos, tras ello un graznido severo, un sinfín de caracolas con largos toques parecían hablarse, ¡uo!, de nuevo, y el graznido irritado. De allá para acá y por todos los caminos, sones de raveles, violines, laúdes, crótalos, panderos, guitarras, sonajas, zambombas, maderas, piedras que chocaban, voces de otras lenguas, letras más cercanas.
Y de entre la niebla, mujeres y hombres, unos con la piel de chivo, otros con las blancas calzas, morabitos, ermitaños, guerreros para la danza, vestales y odaliscas, campesinas maternales, genios de pana y chaleco; los más tocados con sus guirnaldas de flores, con sus gorras los calderones y los sombreros de tontos con sus penachos de sol y primavera, y las cintas multicolor que como el arco iris vuelan por el viento tras una lluvia con sol para lucirse. Me siento rodeado e impulsado por sus ritmos a proseguir sus caminos entre el pavor y el abandono, caminamos, por trochas y veredas, entre las ricas vides, y el olor de romero, hasta el punto del inmenso alcornoque, donde el búho cantor nos había convocado con su ¡Uo!. Allí se sintió la fiesta en todas sus inmensidades frente al patriarca emplumado en la descomunal rama, con su cara de mago, con su inmensa mirada, intacta de todo lo visto.
Un gesto seguro de alcalde de alcaldes paró la música, los danzantes se estátuan al rengue, y el viejo e inmenso búho real baja y con el pico desprende una gran lámina de corcho, del tronco que exhibe a las ánimas, en su superficie con rasgos de escritura, con huesos de frutos de acebuche, palillos de pasa, intuí la escritura de la primera partitura que atesora lo más grande y profundo de lo bello, la música. Algo me decía que el destino me había llevado a la conmemoración del nacimiento de la música entre los Montes de Málaga.
Como todas las quimeras desaparecen sin dejar rastro, la bruma se alejó, la luna de nuevo, las estrellas fugaces Alfonso y Ángel por el sendero preocupados me encuentran, y yo con mi silencio seguí la fiesta sintiendo lo eterno.
Amigas y amigos, les pido que no busquen el alcornoque, porque ya todo lo he vagado y todos los troncos están pelados de color rojo, y si escuchan un búho a lo lejos, ni siquiera le pregunten cuándo nació la música.
Menos mal que si, al “principio era el Verbo”, para el final tenemos una panda que nos salve. Verdiales para halcones y las palomas del parque.
Muchas gracias.
Málaga, 19 de diciembre, 2009