2016, capitalidad del
engaño
Tras el trastazo de
nuestra opción para ser capitalidad de la cultura en 2016. Sin más contrición
por los responsables que el esclarecimiento de un rifirrafe oculto entre los
responsable -presidente y director de la
Fundación-, encargados de llevar a cabo
la ejecución del proyecto, a un par de
meses de la presentación de la candidatura. Siento esa melancolía a la par que irritación de un ciudadano que se
niega a sentirse engañado por sus representantes.
Ya me he manifestado en
lo principal, el ayuntamiento de Málaga
ni con mucho hizo sus deberes, los que estamos atento al acontecer político
sabemos porque, era un juego de tejer y destejer sobre el presumible
favoritismo de las instituciones gobernadas por el Psoe a la candidatura de
Córdoba. Como uno no se puede mantener en esa mentira todo el tiempo, a última hora se armó un chiringuito,
en el que nadie podía ausentarse políticamente, para cubrir las apariencias,
poder rellenar los papeles y ponerle la divisa del 2016 a todo el que pasaba
por aquí.
La idea por la que
aspirábamos se gestó en un pensamiento necesario, el quehacer en nuestra
comunidad a la libertad cultural
con la inspiración de Picasso. Nuestro
reencuentro con el pintor, tenía un carácter de redención. Hasta podía gozar de
cierta frescura, el hecho de que el alcalde electo que presentaba la
candidatura del 2016, hubiera tenido responsabilidades políticas en la época
oscura, la de la ocultación y la
ignorancia oficial a Picasso.
Si desde que se asumió
la idea por el Ayuntamiento se hubiera trabajado con el sentido que demandaba
el proyecto, tengo el convencimiento que ahora estaríamos preparando con
entusiasmo la prueba final.
A pesar de sembrar
palmeras por doquier, el oasis que podíamos proponer en una sociedad cambiante
y vital, es una Comunidad que busca la sorpresa en el profundo encuentro con la
creación y la expresión artística. Una sociedad profundamente identificada con
el conocimiento y con el esparcimiento.
Málaga, ha tenido unos años para que se hubiera desarrollado con naturalidad y
eficacia el proyecto, podía haberse constituido en una razón paradigmática,
atractiva y tremendamente actualizada de
encuentro entre culturas, pensamiento, creación y expresión artística.
Ahora nos convidan a un
gran engaño, entretenernos con el asunto de un señor director que dimitió, por un concierto
pop-rock que no se celebró y más pelillos a la mar. Todo hubiera sido más serio
si la dimisión se la hubiera dirigido a Francisco de la Torre, y en términos
parecidos a éstos: -“Ilmo. Sr. Alcalde: Por obediencia debida acepté su
encargo, pero por incompetencia avenida ante el enredo en que me ha puesto,
dimito responsablemente”.
La ocultación y mentira política en ambiente local, no debe
de ocultar la gran falacia promovida, querer hacernos creer que nos
embarcábamos en un proyecto serio, cuando tenía más carcoma que la búsqueda de
las “armas de destrucción masiva”. Aquí
debemos señalar al responsable del “alma de desilusión colectiva”, actual
alcalde de Málaga.
Curro Flores
12 de octubre de 2010
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