El general en el
laberinto
El general Julio
Rodríguez, ex jefe del Estado Mayor, ha dado un paso al frente, y como todos
los de aviación deberá llevar paracaídas, para haberse comprometido de dos en
la lista de Podemos por Zaragoza.
Estamos en periodo de fichajes,
y al igual que me imagino la conversación de Susana Díaz con Juan Cornejo a
propósito del fichaje de Irene Lozano; puedo sospechar la cháchara de Kichi con
Teresa Rodríguez departiendo sobre la salida de la OTAN, de carnaval. En los cuartos de banderas
a los murmuradores se le están secando los labios con este nuevo escopetazo,
era de esperar.
Quién está cortito de
equipo es el PP que insiste con Rajoy, al que ya nada más que le queda la
cocina de las encuestas. Ciudadanos, nos saca a Garicano para rematar en el
área económica, con lo que tocamos a menos por más de las mismo que despachaban
Guindos y Montoro.
No sé qué sorpresas nos
aguijonearan de aquí al 20 de diciembre, pero después de tanto despecho contra
la casta y la Constitución que han manejado Iglesias y camarilla, es por mor de
la Constitución y el sistema de libertades que nos labramos en la Transición,
por lo que ahora resulta casi normal que un militar de las características del general Rodríguez de un salto a la
política y se comprometa con su singular formación política.
Eran aquellos tiempos
dónde estábamos pendientes de los cuarteles, estábamos más apercibidos los
militares de alta graduación por sus resistencias al cambio o no, siempre con
la brújula en todos los medios de comunicación, tiempos de ruidos más siniestro
en los cuarteles. Ahora las estructuras de poder del Ejercito, parece que era
una de las asignaturas pendientes de Podemos, cuando al resto por fin nos la
trae al pairo. Pero eran aquellos tiempos de Carlos Arias y Fraga en el
ministerio de Gobernación, dónde nadie se le ocurría acampar en la Puerta del
Sol, por aquello de los grises, lo más una tortilla campestre.
Una vez escuche a un
profesor de Derecho Constitucional de Sevilla, dirigente de Podemos, decir la
estupidez de que la Constitución prácticamente venía dictada en el testamento
de Franco. Menos mal que entre la libertad de cátedra y la Constitución, hasta
los besugos se expresan en el Guadalquivir.
Pues sin perder el
texto constitucional con derecho al cambio, por los españoles. Me dejó perplejo
la actitud de la presidenta del Parlamento catalán y adláteres con su
convocatoria, pero no menos la respuesta de los opositores, hasta los míos.
Ponerle mordaza al parlamento es tan ilegal, como que este vote su exclusión de
España. Y yo que pensaban que los líderes
catalanes estaban más fundamentados ¡qué virus!
Curro Flores
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