Corrupciones y sobornos
En comisiones y regalos
a la carta se habían instalado en Pepelandia, provocando hasta la saciedad una
gurtellmania. Presuntos delitos que se amontonan nauseabundamente, según la
lectura del sumario y que afectan a una parte importante de las estructuras del
Partido Popular. Ali Babá tendría que hacer pruebas muy duras de selección para quedarse sólo con cuarenta
ladrones de esa estirpe de presuntos mangantes.
Los que creemos en el
servicio público, y que lo hemos hecho con ideales, entusiasmos y
transparencia, amén de sentir un profundo asco ante las sinvergonzonerías y
provechos, sentimos el vapuleo a la honorabilidad de la actividad política por
parte de los ciudadanos, la indiferencia ante los ideales públicos y la
terrorífica sombra de la duda.
Hace años Gabriel García
Márquez, escribía un artículo excepcional y explicativo de la situación de la
droga en Colombia, el título lo decía todo “Todos somos culpables”. El Premio
Nobel asumía su parte de culpa: coexistencia, tolerancia y silencio se instalan
como sedantes sociales ante el crimen.
Una suerte de creencia
de que todos son iguales, nos hace cada vez más distintos el uno al otro,
alejados por la desconfianza, refugiados en el individualismo, incrédulos de
nuestra fuerza democrática y apartados del sentido de la convivencia.
Estamos en el día de la
tolerancia cero con los corruptos, estamos en el día de cortar de raíz la
desfachatez de los responsables políticos que esconde con declaraciones contra
el Gobierno e Instituciones del Estado
sus vergüenzas, sembrando
lamentables dudas con voceros
convenidos. Nuestros ciudadanos y nuestra democracia se merecen algo más.
No es una cuestión de
bigotes y correas, de conversaciones de móviles grabadas, de maniquíes
ostentosos, de cabrones y albondiguillas, es algo más serio, algo que costó
mucho construir, la convivencia democrática, la creencia en el buen hacer de la
actividad pública. Seguro que a los legisladores ahora debe corresponderles endurecer las penas para
los corruptores en todas sus formas de la gestión pública, ejemplaridad se
exige, pertenezcan a la esfera representativa, funcionarial o privada. ¡Está
feo lo del “Cachuli” y lo del “literato” Mario Conde!
Pero hay a alguien a
quién no le puedo pedir nada, a don Mariano
Rajoy. No puedo evitar que se comporte como un acusado, repartiendo
culpas, menos la suya y la de sus partidarios ¡Mala suerte la nuestra! Ya es
tarde para que tome decisiones, es el momento de las dimisiones.
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