¿Cuánta miseria esconde
unos candados? ¿Cuánta vileza oculta unas cuchillas?
El
deber del gobernante en el Estado Nación es salvaguardar sus fronteras
nacionales y liberarlas de cualquier agresión y así hasta el infinito. Por allá
no quieren sirios, por allí no quieren hispanos, y a nosotros se nos acerca el
continuo de la emigración africana. El flujo migratorio tiene más necesidad,
pero menos velocidad que el vértigo especulativo financiero y el turismo
vacacional, pero tiene más opresión que el bien que pudiera aportar de saberlo
gestionar humanamente.
Como
el señor Rajoy vive del referente vitalicio de Zapatero, quién quitó las
cuchillas instaladas en 2005 después de que en su periodo se finalizaran la
nueva valla, Mariano difunde sotto voce esta coartada ignominiosa del todos
iguales, mientras nos conmueve con su certeza de creer que las cuchillas no creen que hagan daño a
los seres humanos a la vez que las clava en los doce kilómetros de alambrada.
Las
cuchillas, como el garfio y el cristal son fieles a herir; como la manta y el
pan son devotos de acoger, pero ¿quién le pone los cascabeles al gato? sobre los náufragos que nos llegan en pateras
desprovistos, desde las distancias y estancias del poder, pintados con
humanidad y envidiable talento por el pintor Rafael Alvarado en lienzos
conmovedores que se exhiben en el Museo Municipal de Málaga.
Lo
cierto es que el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, más defensor que
Soledad Becerril, ha denunciado y descrito el panorama aberrante de cómo trafican y esclavizan las mafias,
usando a las mujeres y los niños inmigrantes para el tráfico sexual y de
órganos, entre una bandeja más amplia de crueldades serviles, que les reportan a sus arcas un montante de cinco millones de
euros diarios. Maeztu propone corregir la visión oficial del tratamiento
migratorio, infectada más de populismo que
de humanismo. Pero el consumidor exuberante de estas desgracias, español y del resto de
Europa, se sigue rehabilitando con los golpes de pecho, mientras se ceba el crimen.
El
candado oculta la miseria y se envilece más con las cuchillas. Mientras tanto, nos pasa la cuenta la estadística
de ser los campeones europeos en consumo
de drogas y alcohol, ¡todos colocados, y así podemos colocar a todos los que
nos llegan!, conmemoramos los dos años del eternizante gobierno de los
populares, con el crédito por los suelos.
El
dinero negro sigue corriendo en las
carreras del crimen y nadie evita que la minoría licenciosa apuntale a España por las cloacas. ¿Cuánta miseria
esconden los candados? ¿Cuánta vileza oculta unas cuchillas?
Curro
Flores
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