El Alcalde, la ley de
la gravedad y más basura
Estamos en las fechas
dónde el alcalde, Francisco de la Torre, que quiere repetirse hasta la
saciedad, lanza un ukase a los servicios de limpieza, para que no le estorbe la
suciedad durante la campaña electoral. Hay tantos recogedores, escobas y
mangueras por los barrios, que hasta los dueños de los chuchos se ocultan en el
callejón siniestro a deponer, siempre me pregunto, si es el pequeño caniche es el depositario de la gran
majada o el dueño de la criatura.
Pero, la Organización
de Consumidores y Usuarios (OCU), para que no sirva el baldeo como ocultación
de los dodotis voladores en campaña, nos
ha puesto a la ciudad de Málaga, la 47 en una lista de 59 ciudades españolas
según encuesta sobre los resultados en la limpieza urbana, y encima la más cara
en función de lo que a la vista está.
Como era de esperar la
infiel oposición y los medios de comunicación, se ha lanzado en tromba y trompa, contra el primer edil y
aledaños, por ponernos rojos por sucios y tan cerca del farolillo rojo a la
ciudad más inteligente de España según
IDC.
El Alcalde sorprendido
en su argucia, ha puesto el dedo en la llaga de sus ciudadanos y ha acusado a
los malandrines que utilizan las cascaras de pipas, los plásticos, facturas, las
colillas y hasta el levante y el terrá, de querer comprobar la ley de la
gravedad, y la fuerza de los vientos tirando al suelo hasta la no despreciable
cifra de 40.000 chicles debidamente masticados y la caquita de los perros
debidamente alimentados.
De todo lo oído y
conocido, incluido el canto a la izquierda de la municipalización de los
servicios municipales, me temo que si no se quieren tener las calles y plazas
de la ciudad, como el piso de un estudiante, no hay más remedio que invertir a
conciencia en educación de la ciudadanía, desde los infantes a los fumantes,
que desde que se tienen que ir a fumar fuera de las tabernas espurrean la
ceniza y los restos de los pitillos a zapatazos.
Por el arte de
birlibirloque hemos conseguido tener más museos por metro cuadrado, y presumir
de Picasso, Pompidou, Museo Estatal Ruso, Thyssen, etc. Vamos por la vía de que
los grafitis ocurrentes y admirables nos quiten los desconchones y los muros
inhóspitos, pero no perdemos la capacidad de tener un museo de nuestras artes y
costumbres más populares al aire libre, por nuestro arrojo de tener las calles
llenas de toda la basura que nos sobra.
Nadie nos ha medido
nuestra inteligencia, pero somos la smartcity hispánica por ahorrar en luces,
pero que pocas luces tenemos cuándo a las claras nos podemos dar de bruces con
una cascara de plátano que voló desde la terraza del sexto.
Curro Flores
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