LA BURBUJA DE LA MISERIA


La burbuja de la miseria
En plena burbuja nacional, explotando reventoncillos de nosotros mismos, mientras compartíamos árabes ricos y nos rendíamos al oro de Moscú por las playas de Marbella;  nuestros barrios se poblaban de lo que hemos visto: hermano moro, hermana ucraniana, hermanos dominicanos...Todos huían de las Américas, del aterrizaje incontrolado de la perestroika, del poder de Fumanchú y del Mau Mau, como siempre, más o menos.
Hoy, casi no se ve la cola de la pobreza inmigrante, arrastrando el carrito   de la compatriota a misa de doce, libro en mano. Hoy el carrito lo conducen españoles, de la antigua burbuja y aledaños, que hace cola en los almacenes de alimentos públicos u onegizados, peor que en los supermercados de Venezuela, hoy el carrito se llena de zozobras españolas, y de todo lo poco que sobra.
Estamos instalados en la burbuja de la miseria. La miseria, como el oro, la construcción, la divisa, el tulipán y la canela en rama, sirven para enriquecerse a los de siempre; y aunque a veces se vista con la máscara de la astuta picaresca,  solo es para justificar el desmán sobre el desdichado.
La miseria da para sueldos de miseria, la miseria da para compasiones beneméritas, la miseria baja los humos, la miseria es el metal más maleable hacia la humillación. La miseria siempre ha escondido el disfraz revolucionario, para cuando se tercie la ocasión de reventar la burbuja de la miseria.
Leíamos hace no muchos años una soflama de los que se empalan a las lindes de sus tierras, muy aterrados por los inmigrantes que le recogían la cosecha, algunos ingenieros agrícolas de criadero en konsomol. –“España no tiene por qué acoger a toda la miseria del mundo”.
Hemos vuelto a las andadas históricas: mandamos o se nos van emigrantes a granel, marcamos la regla de los que tienen que aprender  los de toda la vida de dios y no otros, pagamos nuestras deudas y atosigamos a los deudores, caemos en la tentación de confundir el teorema de Pitágoras con el dogma de la Santísima Trinidad, hemos dejado que llueva para no ver las grandes  turbas de los lunes al sol.
Ya no nos sirven ni las leyes, ni los reyes, los validos se nos invalidan, el mago  quiere mantener en conserva su tropa en la despensa de la sacristía. El motín, es algo que suele pasar cuando reventamos la burbuja de la miseria.
Curro Flores
           

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