Más
salud a la UE
Merkell
y Macrom han levantado el ánimo al estado de anomia vital en la que vivía la
UE, ante las consecuencias de la pandemia. Ha llovido más tinta que millones a
presupuestar, más disensión que concordia y aceptable sentido común de solidaridad.
Desde
el Tratado de Roma de 1957 y de la UE en 1993 la Unión camina con un tranco
remolón y pasito a pasito se construye, pero se nos fue
la capacidad de afrontar de manera eficaz la crisis bancaria, el Brexit nos
puso en un gran brete, y el seis de mayo
del confinamiento, el Tribunal Constitucional alemán sentenció que nos
sentenciaba a desandar con su particular rigurosidad entre la proporción y
equilibrio que para ellos debe haber para Alemania en los acuerdos económicos,
en especial la compra de deuda por el BCE. Tres grandes disparos en la línea de
flotación de veintisiete países reunidos frente a cualquier “rapto de Europa”.
Los
españoles pudimos vivir los anhelos de Ramiro de Maeztu, Ortega y Gasset, y de
la inmensa mayoría de los demócratas,
desde el 1 de Enero de 1986, como miembros activos de la UE. El último
15 de Mayo el Parlamento Europeo votó que se provisionara y gestionaran unos
fondos de 2 billones de euros, para la reconstrucción europea tras la pandemia.
Los de VOX de nuevo mostraron su anti
patriotismo votando en contra del plan anticrisis. Amén de sus impropias
justificaciones, pienso que algunos de sus jefecillos andan todavía, buscando
quién se queda con el quiosquillo que
montó el franquismo para vender lo de la “defensa espiritual de Occidente”, una
chapuza en plena Guerra Fría.
Hemos
conocido las propuestas hechas por Pedro Sánchez a sus homólogos europeos, los
rechazos de Holanda y Alemania, los apoyos de Francia e Italia, amagos,
asperezas y fintas interminables. Pero el 18 de Mayo, en conferencia conjunta,
el eje Bonn-Paris, abrió el camino hacia la esperanza, con la propuesta
conjunta de que la UE se dote de 500.000 millones de euros, para ayudas a los
países que más se han visto afectados por la pandemia, que deberá concretar la
Comisión, así como todo el plan anticrisis.
He
sentido el viejo regocijo europeista, que viví junto a Pedro Aparicio, cuando
organizábamos los primeros actos municipales españoles de celebración del Día
de Europa. Me gustó que Merkell destacara que su acción es de lucha contra los
ataques exteriores para debilitar la
Unión, defender nuestro patrimonio empresarial estratégico, revivir y rehacer
nuestra industria, abastecernos de una reserva de equipamiento común y una
coordinación en las licitaciones de material sanitario, crear la Europa de la
sanidad, evitar que los estados se endeuden por encima de sus posibilidades:
gracias Macron y Merkell por salvar vuestras diferencias en pro de casi 450
millones de europeos. Será condición necesaria las grandes transformaciones
contra el cambio climático, transición ecológica y digital, reducir las
emisiones de dióxido de carbono, es decir, el Green Deal, que después de irse
los británicos lo llamaré el Pacto Verde. Todo debe transitar hacia una política económica y fiscal común,
para evitar sorpresas de tribunales constitucionales celosos, y virus de todo
tipo de dentro y fuera de nuestras fronteras, toca revitalizar nuestro
compromiso y esfuerzo y saber que somos patriotas de un paso más allá de la “piel
de toro”.
Curro
Flores
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