Rajoy dice:
“El Pp dará muy pronto
una alegría en Andalucía”, y al leerlo
un amigo me dijo, que mucha desgracia nos tenía que caer encima para inundarnos
con el gozo que nos propone Rajoy, confortado por algunas encuestas. Aunque cantar
victoria antes de tiempo no viene en el manual de los vencedores, y la persistencia en Arenas no es echarnos ni
una manita de cal.
Aquí en Andalucía
patronal y sindicatos han llegado a un pacto con la Junta para ayudar a salir
de la crisis económica, por tanto no hay tema; aquí la tarabita que nos traían
con la deuda histórica se resolvió, no hay tema; aquí todo el mundo se ha enfundado las botas
de agua para acercarse a los afectados y resolver la gravedad de las
inundaciones, no hay tema; aquí hasta la saciedad se le ha propuesto al Pp un pacto por la educación, no hay tema.
Sería muy infantil
reducir el temario de la obligación de nuestros gobernantes andaluces, a ese
esbozo genérico de temas que han constituido la agenda política de los ataques
de los populares. El juicio de los electores es más prolijo y se asienta en la
base de su día a día.
Aquí nadie se ha
enfundado la camiseta de ganador sin el apoyo de las urnas, y que no crea nadie
que el voto andaluz ha tenido miedo a lo desconocido, eso sí siempre le tuvo miedo
a los conocidos que padeció sin poder
cambiarlos en las urnas. Evidentemente que la democracia produce alternancias,
pero que nadie dé lecciones de demócratas con una oferta perpetua y perdedora, “aunque
el señorito se vista de chupita, lobo es para Caperucita.”
Los signos de la
victoria son impertinentes y altaneros a los ojos de los demás, que nadie se
ponga más garboso de la cuenta, y menos antes de tiempo; al pueblo andaluz lo
han acusado de estar dormido los gurús de la derecha durante treinta años, ahora que a su parecer han
descubierto que nuestro pueblo ha dejado de aletargarse, vayan a despabilarnos
al verles tan ufanos.
El terrible terremoto
que ha asolado al querido pueblo chileno, al que no debemos escatimarle ni un
ápice de solidaridad y amistad, me tenía embargado en el interminable final de
la semana blanca; mientras desaguaban nuestros pantanos casi al ritmo del
cielo, dejando un paisaje de lodo
húmedo dueño de lo encalado, destrozos y olor de esparragueras; la tormenta perfecta
restalla en desgracias por dónde vuela.
Jugaba el Málaga contra
el Barcelona duró poquito la esperanza, en el otro canal discutían a
conciencia, es decir, a gritos, sobre la naturaleza política de los actores del
desgraciado caso Neira; siguen discutiendo sobre El Cobra y su numerito. La
lluvia insiste en los televisores y en todos los cristales, tan empañado todo que apenas distingo a los especuladores
reunidos para traquetear en N.Y. el Euro, administradores de la codicia dispuestos
a embolsarse de nuevo suculentas ganancias creando multitudes de tragedias,
después de ser los responsables de las
actuales calvarios que viven nuestras economías (Lo cuentan los diarios del
patrono de Aznar, Sr. Murdoch, con descaro, ¡vaya cuadrilla!).
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