miércoles, 10 de abril de 2024

LA VISA GORDA

LA VISA GORDA

Como es norma, mi tertulia de botellín de Victoria-malagueña y exquisita-, celebramos mi 8 de abril en un chiringuito de primeras calores; cada cual arrastraba en bastos, con acento muy localizado, mientras que la camaradería repartía wine, beer con pescaito. Se aposentó una mesa del Este, tatuada, de mirada celeste torva, con llaveros de bólidos, como las de las ostias de Jason Stathan, imponían su respeto de maleantes con piñates de oro. Inmediatamente sotto voce, la mejor manera de llamar su atención, Bonifacio que de inglés es diccionario, soltó la noticia del día, -a estos perlas pronto se les va acabar el chollo de la golden visa; nuestro presidente había anunciado que la vivienda, puntos suspendidos, empezaba a ser un derecho y no objeto de especulación,  para atraer nuevos residentes extranjeros a la España vaciada, léase: Madrid, Barcelona, Valencia y la Costa del Sol. Don Rajoy, buscando en esencia atraer capitales de inversores que buscaran residencia en la piel de camellos, porque jorobados tenemos a sacos, lanzó la medida de quién invirtiera medio millón en nuestra España imperial, podía ser cofrade con residencia. De ahí, la pandilla de rusos, ucranianos o albinos kosovares, que devoraba espetos con rakia o vodka. El del móvil de oro y gafas de espejismo, remató el puro con aires de apoderado taurino, mientras nos lanzaba un ucase con la mirada, -¡chitón pardillos! Nosotros seguimos a lo nuestro, arrastrándonos por ver quién llevaba  la vida en el reparto de naipes; Pepe Zurullo, para seguir el tema, lanzó su traducción simultánea, la visa gorda, porque como repitió insistentemente era para los gordos; don Zurullo, por mote y olores, no era desde la antigüedad ni de izquierda, ni de derechas; se consideraba de los de abajo que quieren quitar a los de arriba, que por gordos los aplastan y pueden invertir en su golden visa con espetitos de sardinas. Rajoy, registrador de la propiedad.

Curro Flores

 

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