miércoles, 4 de octubre de 2023

EL TELÉFONO DE LA DESESPERANZA

EL TELÉFONO DE LA DESESPERANZA

Los del tiempo del hilarante teléfono de Gila, podemos vivir encajonados como mi querido Jose Luis López Vázquez en La Cabina del pasado; ante la irrupción de nuestro indispensable miembro vital, el móvil. Nadie sube la cabeza en el Metro, salvo el mal educado que a gritos trata de hablar sin remedio al pasar por los túneles. Armado con uno de mis cacharritos, traté de ponerme en contacto con las oficinas centrales de EL OCASO, para una presunta gestión; la voz respondona, me avisó que tuviera preparado mis documentos de reconocimiento como si fuera a pasar la frontera de lo infranqueable; para inmediatamente soltarme la tarabita: -si usted quiere conectar con, pulse uno y a contar, hasta que se llega a lo tuyo: -Nuestras líneas están saturadas y no podemos atenderle, póngase en contacto con nuestra oficina más cercana, la que encontrará en nuestra www. Seguí las órdenes, puse el rastreador del caminante para el celular y me topé con que desde hacía tres años, el local había cambiado de oficio por una pedicura. A la vuelta para encontrar mi desahogo, me vino al magín, que hubiera sido de mis restos, si algún allegado, tuviera que ahorrarse las pompas: -Si al cielo marque uno, si al infierno no le atendemos, si al purgatorio siga llamando, hasta conseguir marcar un hat trick y me ahúmen en el crematorio. Dejé para otra ocasión mi misión imposible, para sumergirme en conectar con determinados servicios culturales de varios municipios, fracaso a peor. Las villas se habían modernizado con: .si quiere conectar con nuestros servicios de recaudación, pulse uno; el de cobrar lo primero; pero en el recitativo numérico, nunca aparecía la ausente Cultura; con suerte podías adivinar estaba inmersa, en el cajón de sastre de “Atención al bienestar de la ciudadanía”, pero si lo pulsabas, el probo funcionario, ni se sabe, ni contesta. Desesperanzado eché de menos las viejas guías telefónicas, pero como soy español, contactos me quedaban, para buscar un enchufe amistoso, así pude llegar a los confines con mi inteligencia natural, ya que con la artificial soy un merluzo. Como fui el primer concejal de Participación Ciudadana de la Casona del Parque malacitana, divina época que para atender y entendernos con los vecinos, primaban las asambleas y el boca a boca; no sé si en los nuevos reglamentos participativos en 3D,  manda marcar la voz en off a los ciudadanos: - a paso acelerado, “¡váyase a ser puñetas!”.

Curro Flores

 

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