PACO MAROTO MEDALLA DE LA CIUDAD
Crujía el embrague como truenos montunos por la cuesta que lleva por Olías a Santonpitá, a sendas de verdiales. Pasé la pequeña Ermita que arregló mi querido Manolo, devoto de la estética; para acercarme a la bodega de la Casa el Guardia, en la que el sabio y solicito vinatero, me despachó botellas de todos los odres que en olor soñaban; no sin antes dame a prueba tantas copas y más historias, hasta que mis sentidos repararon en S.M. doña Isabel II, después de probar el Verdiales; hasta el vino de consagrar del Vaticano, que endulzaba la Pasión del Papa. El moscatel trasañejo, tan dulce y generoso como la alcoba de la Reina, que favoreció al fundador de la bodega don José de la Guardia, con el gobierno de Soria y el sello de su vino cumbre. La verdad es que ya estaba demasiado pajarete y preferí seguir la escalada a pie, en busca de lomo de los montes y queso de cabra malagueña que apacigüen; imaginé sarmientos frondosos antes de la filoxera, donde ahora el almendro desparrama buscando amapolas y margaritas entre cardos borriqueros; apresé la sombra de la rama de un búho real, para sestear ronquidos. Al poco o al tanto, un chinchan vivo y ajeno, me traspuso al Olimpo; venían de Comares, como supe, después los amigos tan queridos de su Panda verdialera: el alcalde enarbolaba la bandera, ellas bailaban a su son de platillos, el pandero decía -¡aquí estoy yo!, para que el más hermoso sonido del violín volara hacia el cielo; era el momento en que su intérprete con voz melodiosa dijera entre sones: -“no me digas que no beba/déjame que beba vino/…/que puede ser que algún día/ quiera beber y no pueda-. Violín y voz para milagros, la del inolvidable Paco Maroto, hoy en algún paraíso luciendo la medalla de la Ciudad de Málaga, que tanto le debe. Estoy seguro que sus adoradores Pedro Aparicio y Alfonso Queipo vivirán su fiesta con inmensa alegría, brindando con cálices de celebración. Mis otros, quizás no sepan de que lean, pero puedo dar por seguro que Paco, no cabe en la lista de los Cuarenta Principales, porque a principal no le ha ganado nadie en su arte.
Curro Flores
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