VAMOS CHICOS AL TOSTADERO
Del trastero de los objetos olvidados, quiénes alivios dieron a mi afición, al albur de tanta inquina manifiesta, han sacado a recular la tinta. Como tanto Estado le dio nombradía y beneficios, apelan a lo imposible, en busca de cordura, no otra cosa ella que, entregar armas y bagajes a PP-VOX, para que a bien conduzcan sus amenazas de vamos a lo nuestro. La verdad es que paseando por las rutas del sur a Rute, más que apelar a los maleficios de la política al peso de insidias, uno empieza evocando la loncha cervantina de jamón de la casilla, salpicado con tomate de la mata y oleado con las entrañas del viejo olivo, cosa de mis nietos chanerguitos, el cambio del joyo por bollo; unos garbanzos enviudados en un casorio con judías, y sin ningún remuerdo un tropel de dulzainas de las tropas de belenes, con negros de chocolate. Repletitos entre las masas a por los amasados, olía a Flor de Rute, pero cayó un Machaquito, con su café de espabile, porque entre tantos objetivos, el principal, acercarnos a su Edén de borricos, era la complacencia de gozar con ruchos auténticos y no los de mi especie o clase. Por la cola de la bulla, todos querían ganar peso, sin rendirse a la miseria; incluso la abuela que se compró la cama ultradescanso, el que se encaramó con una batería de cocina para los fogones del diablo, la que se llevó por diez papiros la mantita para el gato, toda la España del Cid, se hace el polvorón con canela en rama, mientras los más batatos añoran polvos en camilla. La jornada entre INSERSO e incierto lleva al ocaso indigesto, porque entre goles y VAR, las noticias del día nos llevarán como de chicos, al Tostadero.
Curro Flores
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