LA TORMENTA CON EXTASIS
Cada vez que el trueno desparrama su digestar, asoma la catarata por la farola y se me sube el contento, aunque tenga que ir en barca a la ITV hospitalaria, siempre habrá una blablagóndola. Ha sido de tanta sequía nuestra estancia de 2023, que se ha disminuido el fluido del grifo en algunos municipios de la Costa del Sol, han tomado medida municipal de cuentagotas; aunque de reverso en Fuengirola algunos preparen el Zoo por prevenir un Arca de Mula (alcaldesa), visto los cielos en danza, aunque el AEMET no ha cambiado el disquete del solárium. Mientras hurgo en las perchas perdidas buscando gabardina y saco del trastero el paragüero empolvado, encuentro las katiuskas ribeteadas de barro. Así me ha venido el tiempo del recuerdo de la película de El Tormento y el Éxtasis, vista que me la pusieron en la 2, por más culta, despachándonos Tomb Rayder en la Primera, que es la de atontar de obediencia cegata. Me salpicaba la pintura de la capilla Sixtina, desde los andamios de los cielos turísticos, a tanto la visita, con la plantilla de las divinidades bíblicas practicando nudismo. Francisco, argentino de la Pampa italiana, lleva su canana y su rosario, porque la tradición de Julio II, de papas guerreros no la ha desarmado el Evangelio, menuda tragedia “sursum corda” y diplomacia vaticana; mejor dejarle la onda al David de Buenarroti, porque en Carrara no encontraron peñasco para esculpir el Goliat. El tiempo invita al disparate, para que en mi visita al hospital, pueda ver algún medici, porque a las enfermeris les tengo tomadas el pulso y el cariacontecido. El alcalde de mi ciudad, sigue con sus sombras recitando, -el cielo lo quiero enladrillado, yo lo enladrillaré, y a los desenladrilladores para que se fastidien, ladrillos les pondré. Colorín…nos quedamos sin lluvia.
Curro Flores
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