EN CHANCLETAS

EN CHANQLETAS

Resistía honorablemente nuestra Selección a lo Scariolo frente a los yanquis; pero como es costumbre irrumpieron en el descanso los leaders en el parqué, dejándonos sin extasiarnos con las cheerleaders, razones había, era el centenario de la Federación y se homenajeaba en su despedida al Sr. Hierrezuelos, excelente árbitro malagueño que daría su última pitada al final  del encuentro. Mr. Garbajosa, presidente federativo, de impecable traje de terno tribuno, desentonaba con sus hermosas zapatillas blancas, la moda, o la fascitis plantar que nos amargaba cuando la sufría de estrella de Unicaja, o la del palco taconeando de nervios. El uso de zapatillas deportivas hasta en la canícula de agosto, se me hace que los calcetines invisibles ahúmen a cabrales del bueno. El llevar zapatos cómodos me recuerda a un episodio de mi infancia colegial, cuando el árbitro de la elegancia de nuestra clase, invitó a ser nazareno de su cofradía del Rescate a otro compañero, sagaz futbolero, le recomendó calzarse cómodo para el desfile, lo que hizo con sus botas de fútbol, para sorpresa y cabreo de Fernández…Imagino a don Florentino Pérez de gris selecto, calzado con un par de extremo izquierdo; los cobradores del disfraz don Teba y Rubiales, tan del golfo y península árabe, deben calzar las sandalias de jeque, más a tono con su traje de alpaca. Hace unos días, el casi cuarenta Iniesta, fue fichado por un club del desierto, acudió a su presentación con pantalones americanos de pesca rana, con boquetes gruyere y las típicas zapatillas de anunciante; sus directivos contratantes, iban todos tocados con sus taws y sus kufligas, blanca túnica como el alba de un diácono, verga en mano para su retorno en camello, soportados por unas sandalias de una ancha tira negra de gran pago, con unos pies supongo más inodoros que los quesos marca blanca del Súper. Leía de aprendiz de revolucionario un librito, La Miseria en los Zapatos, pero vivimos en la época del engaño por las abarcas.

Curro Flores