FAROLILLOS EN EL HOGAR
Todos los rincones conducen a la Feria, como todos los votos tienen su contracorriente en Puigdemont; es la semana del gentío en fiestas y el hastío de las cábalas políticas. A nuestra tropa en el Hogar, sabido de que ninguno de bastón y carrito, vamos a darnos un garbeo por los jolgorios del Centro de Málaga o el Real; la ama de la barra nos ha puesto verdiales y farolillos de propaganda para tapar telarañas, de lo más propio como para que nos sintamos parte de la bullanga; lo que no quiere decir que demos descanso al tute subastado, ni a la palomita de Machaquito, para aclarar el verbo carrasposo. La tensión se palpa y, entre corte y corte de baraja, los más inquietos van a echarse un buche de humo a los calores de la puerta. Bonifacio está que la “pinta en bastos”, el es del PSOE de toda la vida; más o menos cuando le han dejado de lucir el puño y la rosa a la carrera; socialista por condición, español de denei y esencia, jubilado de los oficios de antaño que te duraban el kilométrico laboral; como demócrata y de esencia más liberal que libertino, con disciplina de militante está por Pedro Sánchez a partir piñón, amén que su felipismo histórico no se la haya dado con queso García Baquero. Con el trajín de las muelas de un viejo beato, desmenuzaba el mollete de fábrica, sin olor a tahona artesana de Cuevas Bajas, a la par que sacudía un itinerario de letanía inconexa, que el “ora pro nobis” y tan pronto cercano a la Parca, se arrugaba en sus murmuraciones para que nuestro partido formara gobierno. No sabía cuán de contentos iban a estar los del PP, de tener el poder con la compaña de sus ex de Vox, o de un Carles prófugo por el “procés catalá”, vuelta de acento en la a; pero a Bonifacio se le hacían nudos en la garganta entre sus reflexiones y los migajones, porque amén de sus credulidades, era darle la vuelta a un vertiginoso reloj de arena, para convocar un nuevo procés electoral.
Curro Flores
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