BUENA CARA

BUENA CARA

Tenemos tantas aplicaciones en el móvil, que se me antoja unos desperdicios de su provecho no escudriñar en sus saberes. Amén de no entender de ello casi nada, quitando las predicciones del tiempo para catorce días, las noticias no termino de calibrarlas del todo, porque yo compro la prensa de papel y, salvo al PSOE, estaría feo después de tantísimos años; no me fidelizo ni a los medios de paganini por la red, así desaparecieran de los quioscos, soy antiguo y de crucigrama.

Hoy hay encuestas respondonas a la de la oficialitis; todas dependen del cocinero, del número de comensales y lo que ofrezca el chef en la baraja; la de Tezanos es de un menú de andar por casa, y los fogones se preparan con una gran carga de productos de los bancos de alimentos para colaeras de cinco mil; las de más tenedores son para los oficiantes de parné y no de take away para mil respondones. La ventaja se nos ha ido a la carrera.

Bonifacio que ha quedado para desayunar y atiborrarse de pastillas, estaba así y así; porque había leído que una borrasca puede dejarnos lluvias desde el miércoles, maná bendito. El muy guasón que lleva de mala cara otoñal con el sol resplandeciente que vivimos, entre bosquejos de calima levantisca, ha sonreído al fin por un instante. A buen tiempo, mala cara y viceversa.

El amigo, cachondón a su manera, me asevera que la única prueba de fuego de que nos va a caer cuatro gotas, es ver a don Pijote de la Plancha con su gabardina y paraguas, el resto es para jugar al euromillón con las venturas de la pitonisa de tu bloque. Aunque al final se atrevió a decir el muy malaje, que la única fórmula segura para poner a Noé en el astillero, es anunciar que yo voy a ser alcalde por un día. Me recordó mi leve estancia con el bastón de mando en noviembre de 1989, el alcalde más accidentado y leve, capaz de soltar el mar desde las nubes. Le reí la gracieta, y `por debajo de la mesa le hice un Teresa Porras plenario, con buena cara. Desde luego no tuve que sacar ninguna procesión.

Curro Flores