A JOSÉ JOAQUÍN PEREA
De nuevo la guadaña de la parca me sume en la aflicción; por una red social, buscando naderías, me encuentro la foto del amigo entrañable José Joaquín, con unos loables comentarios anexos que me presagiaban lo peor.
Conocí a Quiqui Perea, él lo ignoraba, con su corbata palomita en el coro colegial de los Maristas, magnífica voz y entonación; el mismo del que a mí me echaron en el primer ensayo, yo iba para solista de la selva, pero de feroz gorila.
Amistad, camaraderías, la Cultura, solidaridades, nos mantuvieron en la onda de los grandes afectos y de mi profunda admiración a su persona.
En las horas más tristes de Amparo, y sus hijos Maite y Fran, me uno a su dolor, con toda su familia y sin fin de amigos.
Joaquín, militante comprometido hasta la médula en la clandestinidad contra el franquismo; maestro de maestros del fomento de la educación; responsable de la enseñanza para la nueva realidad intercultural andaluza; militante de pro en nuestro PSOE; afecto al teatro con bis solida en la escena amateur; así podía seguir hasta el no acabase, siempre excepcional en lo que se comprometía y aficionaba.
Se marchó, pero se queda, no para evocaciones y añoranzas de nuestra particular amistad. Quiqui ejemplo, nos deja el manual de la esperanza, porque nadie supo mejor coger sus riendas, para que todos la fuéramos alcanzando con su guía.
Curro Flores
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