LA CAJA LENTA EN EL SUPERMERCADO
En Holanda siempre tienen ideas para el Excmo. Alberto Garzón, ministro de consumición. La cadena Jumbo han inventado la “caja lenta”, para que los clientes mayores en soledad, puedan estar de cháchara con la cajera, mientras ella marca lo incontable. Aquí en el sur de España, aquejados de longevidades, pudieran extender la beneficiosa tarea, aunque se necesitan cobradoras con más lenguas que un recepcionista de hotel y expertas en divanes para soponcios.
Amén de la numerada y numerosa cola de la pescadería, en la que se pregunta al contiguo, por el su ordinal, mientras uno ve que las sardinas van desapareciendo del montón de cachitos de hielo a puñados.
Aquí la caja lenta está en la cola, alargada hasta la leche, mientras sucumbes ante el atasco que ocasiona la pobre anciana en su carrito, con la compra para abastecer el ejército de Carpanta. Entre la muchedumbre, puede que entable conversación con la americana del sur, para saber lo que le pasa al niño que llora en sus brazos; por si las moscas, yo acumulo un paquetito de quicos, ideales para parar apaciguar el genio de los mocosos por chuches.
Por fin se escucha por los micrófonos ambiente: -“señorita Maribel, pase por la caja cinco”; y empieza el reojo para ver quién llega antes a saltarse el orden de cola, entonces llega el airado coloquio de la “caja rápida” con un: – ¿usted no me ha visto dónde estaba o soy transparente?
La verdad es que yo como “cliente en jefe” de Mercadona, con quién me gustaría tener más de dos palabras, es con el experto en DIRECT PRODUCT PROFIT, la APP que le ha reducido los costos de los productos y embolsarse 150 millones de euros a la marca de don Juan Roig; porque con el 17% de subida en las estanterías no se ha derramado un ochavo de beneficio a mi jefatura.
Espero que en las interminables del banco de alimentos, tengan trabajadores sociales, para aliviar el llanto de desventura.
Curro Flores
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