MEDIO SIGLO EN NUESTRA PEANA MUSICAL- a Octavio Calleya
Hace cincuenta años llegó a Málaga el maestro Octavio Calleya; mi queridísimo amigo rumano, vivía en España huido de su patria, en los años que la gobernaba la terrible dictadura comunista de Causescu y consorte. Los gestores de nuestra antigua Orquesta Sinfónica, habían tomado la sabia decisión de colocar la batuta en sus manos, para mejorar y empastar los ecos de sus atriles. Como dijo el celebérrimo Salvador de Alva, a sus compañeros, habían encontrado un diamante, nunca visto por aquí.
En este día, 23 de Enero, voy a echar de menos a nuestro común amigo y alcalde, Pedro Aparicio, con el que el Calleya compartía tantas conversaciones y confidencias, por su -gran amor-, la GRAN MÚSICA CON MAYUSCULAS. También con el recientemente fallecido, nuestro dilecto Carlos de Mesa, quién con todo lujo de detalles, nos mostraba a Carlos Álvarez y a mí, el dosier que había preparado para que nos sirviera de guía y orden del día, para los actos conmemorativos del 80 cumpleaños de Octavio.
Los ediles de Cultura, ajenos a tantas cosas que administramos, somos asaeteados por los especialistas gremiales. Mi inolvidable Gonzalo Martín Tenllado, para achantarme en sus pulsos musicales, sacaba de su billetera, conservado como oro en paño, el billete de tren que proporcionó la antigua Orquesta a su anhelado nuevo director, con ello me quería decir que él había hecho más por la música culta en Málaga que, cualquier concejal de andar por casa. ¡Qué lo sepan los vientos!
En el podio de nuestras orquestas, con-brazo unitario y firme-, como mandan los cánones, dirigió con una sola mano, la Novena Sinfonía en el Teatro municipal Miguel de Cervantes, las Cuevas de Nerja han endulzado la acidez de sus paredes, macerando la integral del “divino sordo”, interpretada por nuestra Sinfónica a sus órdenes. Los recuerdos me embargan, así que memorizo el Tercer movimiento de la “Coral”, mientras me sumerjo en su biografía, En el Atril de la Vida; esperando su nuevo libro, que se cuece con mimo por Francisco Cañadas para su edición por la Fundación de Unicaja. Las velas de tu música las soplan los aires desde la Cueva de Orfeo.
Curro Flores
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