sábado, 7 de enero de 2023

UNA APP PARA EL CLIENTE EN JEFE DEL SUPERMERCADO

UNA APP PARA EL CLIENTE EN JEFE

En este mi primer año de orfandad maternal, no podía imaginarme que los Reyes me echaran ni las cosas de asearme. Pero la paciente lectura de un diario, con subrayado y todo, me descubrió que como cliente asiduo era jefe de Mercadona; al mando, tal si fuera uno más de la familia Roig ¡Eureka!

Esta condición de jefazo, la tenía olvidada, pero Juanma y Medio, cuando tomó posesión en su segundo mandato y se pudo quitar de encima, el triunvirato de Juan Marín y de VOX; nos nombró a los andaluces sus jefes; por lo qué cada vez que hago una gestión por la red en la Junta de Andalucía, de cara imposible, termino el bitereo, junto a la firma electrónica y otras identidades, arrastrando mi hidalguía:-¡Usted, funcionario, no sabe con quién se la está jugando!.

Mi nuevo entorchado clientelar, me invita a comportarme como hacía el dueño y fundador de El Corte Inglés, el señor Ramón Areces; según me contaron sus admiradores directivos. Don Ramón con pelliza y gorra, u otros disimulos, de disfraz de cliente enmascarado, se paseaba por los stands de sus tiendas, para ver el grado de atención que le prestaban sus vendedores, armando un pollo de aúpa, si el trato le resultaba bochornoso.

“Mercadona reduce en más de 150 millones sus costes con una APP”, reza el titular de una página como noticia, aunque debiera de haber sido un remitido publicitario, después de echarle los cinco sentidos, tal su poco tacto y mal gusto, aunque su vista es la que trabaja, con olfato de lince y todo oídos puestos. En el pasquín, amén de letras, aparece una foto de los ufanos directivos que trabajan con el invento de marras.

El afortunado don Juan Roig, se ha gastado  más de cinco milloncejos, en averiguar por cuanto le salen los cuartos, desde que uno de sus ocho mil productos en las estanterías entra en danza, hasta que la caja lo marca; desde la zanahoria rallada, hasta la arena del minino; en el terrible escenario de incertidumbre e inflación que vivimos, te puede llenar la hucha, con el DIRECT PRODUCT PROFIT.

Con el carrito de mi nueva jefatura, en la cola numerada de los boquerones, hasta en el lineal del bicarbonato; estuve aliquindoi para ver si se habían notado los efectos de la aplicación ahorradora en los precios al consumidor en jefe, pero solo estaban dispensados unos escasos centimillos en los alimentos básicos Calviño.

Acalorado, busqué al encargado para preguntarle por los efectos del DIRECT PRODUCT PROFIT en los precios, el hombre desconocedor de mi jerga, fue buscando como mandarme con mis chominás a freír espárragos. Airado solté la compra en un pasillo, me fui a mi pariente el informático, para ver por cuánto me saldría una APP para clientes estafados con gorrito de Napoleón.

Curro Flores

 

 

 

 

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