MONTONERA Y PELOTERA
Unas jornadas gastronómicas en Jerez de la Frontera, dedicadas a delicados platos del gruñido ibérico, animan a mis juguetes gástricos a madrugar mi capsula de café y las obligatorias pildoritas.
Como anuncia el cartel, es tiempo de montanera, para el ignorante sobre el menú de los de pata negra de bellota; es el calendario de sacar a los sabrosos ejemplares a bajar la cabeza entre alcornoques y encinas, para no dejar ni un cascabillo en la dehesa.
Un amigo y excompañero edil, fabricante de chacinas de extraordinario éxito, me dijo una vez, que si hubiera bellotas para tantos jamones denominados de origen, España sería un bellotero, mira que no nos faltan alcornoques; encima una vez que un colega comerciante quiso importarlas las amontonadas en Marruecos, los de aduanas nos mandaron a que los guarros hicieran el Ramadán. De todas maneras, con encinas o en cochiqueras, las cocinas de Ardales están preparando la Fiesta de la Matanza, su carnaval generoso, para repartir a los pantagruélicos del cerdo, hasta los andares, en su febrerillo loco.
La pelotera viene en las páginas de política, por las carreras de los Ciudadanos huyendo hacia el pesebre de Bendodo, para evitar su cuaresma pública. Otra gresca es la que le están liando el matrimonio Espinosa de los Monteros y Monasterio, la intitulada masona, con el expreferido de los históricos del taxi, Jiménez Losantos, locutor de culto de los VOX, voxero de su crecimiento. Lo acusan de emitir favores a los que le llenan la buchaca, falta Cervantes, para que le diga: -“con los micrófonos habéis topado, engreídos niñatos”.
De todas maneras, salté corriendo tanto incordio, para sumergirme en el gol nuestro de cada día; el Barça es campeón de invierno, mientras los dos reales, el de la Sociedad y el Madrid, empatan la contienda oxidadas sus cañoneras, menudas peloteras nos esperan.
Curro Flores
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