QUERIDOS REYES MAGOS
Bonifacio se ha tragado los churros y ha desparramado parte del chocolate en el mármol; pegó una jopá hacia su coche, porque tenía que cargarlo de regalos para sus nietos. Así me apresuré a enterarme que mañana nos visitabais, muy despistado me tiene el calendario de los findes con lunes festivos. De los 100 años que se organizan en Málaga vuestra Cabalgata, tuve la fortuna de hacer el guión en dieciséis, para Guinness.
Como me conocéis de sobra, estará en vuestra memoria, el trabajazo que constituía en mis vacaciones de Pascua, coger lápiz y papel para escribiros la carta de mis innumerables y descabellados deseos. Nunca era la hora.
Ahora, rodeado por miles de objetos de escribir a la antigua, me recreo en Word, con el lento teclear del que perdió las costumbres de trabajar con las antiguas Olivettis; encima me señala los errores, aunque espero los bits del futuro que corrijan mis perogrulladas.
Como político local, bien olvidado, tuve la fortuna de poder despedirme de la afición, deseando paz en el futuro, como la paz paisana que habíamos disfrutado en nuestro ejercicio. Pedir paz, es más que pan y agua, pero por suerte es lo único que quiero que traigan vuestros dromedarios para cumplir mis deseos y compartirlos con el resto del orbe.
El resto de mi mal pensada misiva, no es para traer, es para que os llevéis los achaque que me asedian, soportados con compostura y tocados con gorra. Si pudierais cargaros con mis años, hasta estoy dispuesto a cargar ladrillos; no soy Picasso, para querer dibujar como un niño con manos de abuelo, pero sería más acertado ponerle cuerpo de chavea, a una cabeza llena de fulgor de infancia y lógica ilusa.
En fin, termino, para pedir a quién me lea, paciencia y que se cumplan sus afanes. Sería estúpido pensar que vuestras caravanas no conocen el camino de vuelta; es decir, guardaros una brújula por si las moscas y, tapar con nubes cargadas de agua la Estrella de Oriente. En el chino venden paraguas.
Curro Flores
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