viernes, 6 de enero de 2023

LA CÁMARA DEL ENGAÑO

LA CÁMARA DEL ENGAÑO

En la recámara de  mis abriles, nos instruía en Formación del Espíritu Nacional, el agradabilísimo don José Jiménez; como soy más pariente de la anécdota  que de la esencia, recuerdo que nos contaba sus periplos de apostolado falangista por los pueblos y aldeas de la provincia malagueña, adoctrinado y mostrando “pelis”, con la calurosa respuesta de los lugareños cada vez que veían en la pantalla algo que reconocían.

Por las nuevas artes, en la plataforma HBO, me eché un rollo para esperar a los Reyes, de temario conocido: Operación Mincemeat (El Arma del Engaño); anteriormente plasmado en El Hombre que Nunca Existió, película de 1956. La treta argumental consistía en echar un muerto uniformado al mar de las playas onubenses por la Armada británica, repletito de informaciones claves para despistar a Hitler, con un supuesto desembarco en Grecia, cuando el objetivo inglés era entrar por Sicilia. Por más de dos horas caí en la trampa.

El fiambre entorchado del  arma del engaño, yacía en el rebalaje de una playa de las de aquí, para ser transportado por unos pescadores que tenían arriada una carreta con un borrico en las arenas, muy propio. La película de 2021, tiene tal dirección artística que nos ambienta en la época esmeradamente, pero al cámara se le fue el zoom y en el horizonte de perfiles montañosos de la Costa del Sol, se entreveían desde la playa unos bloques del “very well fandango” o de la Gil manía.

Pero mi sorpresa fue el Almirantazgo british: “La Casona del Parque” malacitana, los pasillos de la primera planta de la ante alcaldía. Pinché tanto el ratón de vuelta, para ver si algún conserje o personal conocido, estaba disfrazado de oficial de los servicios secretos como extra, pero cero patatero. Me comporté con tanta ansiedad como los aldeanos que recibían las creencias ajenas por don José, entre la proyección de los NODOS, un merluzo boquerón.

Tras el hallazgo, traté de memorizar todos los filmes que tuvieron a Málaga como escenario; también a los actores que de más joven reconocí por las calles, hasta a la Bardot la vi en el Jardín de los Patos. No quise llamar a mi cineasta de cabecera, el amigo Carlos Taillefer, para que con su académico enciclopedismo me diera una exacta guía del recorrido de los “corten acción”, por la geografía del engaño en la Ciudad del Paraíso, con Paco de la Torre de mago brindando con un Colin Firth  de oficial canoso, en un amanecer en Puerta Oscura con el Piyayo a la guitarra. Cosas de película.

Curro Flores

 

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