EL HOMBRE MÁS BUSCADO

EL HOMBRE MÁS BUSCADO

Es el título de una peli que se desarrolla su trama en Hamburgo, a la caza todos los servicios occidentales de un checheno-ruso islamita, al que buscan por ser un presunto terrorista, nada que ver y craso error; en ella  tuvimos la oportunidad, casi por última vez,  de escuchar la voz de oro de su protagonista principal, Philip Seymour Hoffman.

En España la peli va, de que un periódico nacional, tenía estos días, como al hombre más buscado al arbitrario excolegiado, José María Enríquez Negreira. Con todos los focos de los estadios tratando de descubrirlo, el hombre se hacía el despistado, pasando desapercibido en Benidorm entre las arrugas de todos los Insersos.

Como el fútbol es un Estado muy particular, como el Vaticano; sus normas pertenecen a un mundo tan exclusivo que contaminan desde a su Inglaterra natal, hasta el fajín del Emir de Catar. En la Santa Sede se convertía el vino de Málaga en la Sangre de Cristo; en la Rosaleda desde Al-Thani, se avinagran las venas de los malaguitas cada fiesta de guardar con nuestro equipo.

Ante tanto silbato, el ruido no nos deja escuchar los ecos de la noticia; pero tardará lo suyo enterarnos en que queda la cosa, de los siete millones que despistaron los directivos del Barcelona al bolsillo del vicepresidente del Comité Técnicos de Árbitros, presunto Negreira. Mientras los jugadores del Barça, hacían las delicias de los espectadores con el tiquitaca, los apoltronados en el palco,  jugaban con el citado Enríquez al toma y daca, a costa de la pasta de los hinchas culés.

Los delitos en el planeta futbolero nacional prescriben a los tres años, cosa inaudita. Mira por dónde, ni todas las sin huesos de los periodistas deportivos, ni las páginas de consumo por el suceso, menos los de copas en la barra del VAR; podrán sancionar a los actores del desaguisado con una tarjetilla amarilla, por trucar tantas quinielas, gravísima cuestión.

Curro Flores