LLAMEMOS AL MENTALISTA
Con los almendros en flor, los pejuares camino de verdear y las amapolas pintándose los labios, vaya diita de sofocos, nació la primavera, salvo en el llamado a florecer, aunque sea en el verbo, nuestro Congreso.
Al entretenerme visionar la serie de El Mentalista, porque el chaval me cae de buen yerno. Después de pasar el mal trago de plasmarme ante don Ramón Tamames: mi fundamentalismo cartesiano, mis tratados de despistemología, la modernidad como elemento o la fenomenología de Husserl de mi inspiración trascendental, tienen recetas para explicarme el chapú del Emérito pasado, prestándose a hacer el ridículo dando el careto en el voto de censura de la ultraderecha.
Tampoco busquen en los tratados de la política, y menos, se amparen la lectura del Caballero de la Triste Figura, la pifia ha rajado el paño verde y achatado la zapatilla del taco de billar. Por lo cual, mitad en broma o siguiendo la ficción del evento, recurro a El Mentalista, para encontrar las claves del modo de cargarse a Johnny el Rojo, en este caso Peter Sainchos, en Bush languages. Abascal ha endemoniado el final de nuestra personalidad de la Economía, y por más que le guste, le veo mayor, para sacar rédito haciendo bolos en sus parroquias, a tanto la conferencia en El Ejido, El Limonar o Benahavís, zonas del flujo de los votantes del VOX intelectualizados.
Ganó el censurado; doña presidenta-dos dio el do previo a dos de abril de su Suma y sigue; los unos y los otros aprovecharon los focos; menos el PP que de tanto inhibirse, lo voltearon como a un don Tancredo que, el cornúpeta nos lo dejó tirado en el albero nacional. Doña Arrimada le gustó a mi amigo Joaquín, pero su arroz bomba de antaño, se le ha pasado y huele a socarrá su futuro, por más brillante que estuviera, se ha vaporizado.
En fin, mi ayer no tiene remedio ni con las argucias de El Mentalista; y menos cuando me llegó la noticia de la dimisión, de mi querida amiga María Gámez. Le deseo, como siempre, los mejor a ella y a su esposo; la doble Gámez se ha portado como lo que es, una persona honorable y una socialista ejemplar.
Curro Flores
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