MATAR AL MEDIADOR

MATAR AL MEDIADOR

Sin ningún amargor justiciero, ni achantado por los ecos de los mensajeros, siempre en el filo de la navaja; el llamado caso “mediador” me convoca todas las iras: las políticas, las de militante socialista, la del ciudadano de a pie amante de la justicia, más de los que pretenden con su escribanía cribar en el desierto de su pobre ingenio.

De Maquiavelo y en la acción pública he aprendido, que el único poder que sostiene tu competencia, es el de nombrar y cesar a las personas de tu equipo. Por lo tanto, desde el que mide la altura de los trenes, vela porque no se calen las piscinas olímpicas, el que cuida nuestra hacienda colectiva o manda en los tricornios; deben ser escrutados con los marchitos ojos de un carcelario viejo, o, el truhán callejero, con sus lentes detectar  estafadores y competidores.

Ni el secreto de confesión redime a la sagrada tropa, ni el “tú más” es argumento para alejar de ti las conductas de los tuyos, menos la tarabita obvia del “que la hace la paga”; lo que sí hay que tener claro es que no hay que fiarse ni de  tu compañero de pareja.

Para inflamarme menos, no he leído más que un wassap, en que se habla de golfo en gayumbos y del apodo de una prostituta a reacción; que unida a un sarao de diputados afines con empresarios de pesca y medre, más el billetaje oculto en la caja de zapatos de un exgeneral de la benemérita; dan para esperar muchos titulares hasta que les llegue la sentencia.

La democracia corrige, pero desde la que practicamos en las elecciones internas de  nuestros en los partidos o no; hasta la selección en las urnas por los votantes; practican más en las afinidades, la intuición que el buen conocimiento, a la hora de  escoger los más honrados y capaces para representarnos y administrar lo de todos. Así que me disgusta participar en un pódium, del que menos trastadas hagas por kilometro cuadrado de gobernanza, por un “nosotros menos” y sálvese quien pueda.

Curro Flores