SI LOS HOMBRES PARIERAN
Con nuestra herencia patriarcal, no sé cuál sería el mercado de esclavos que se sometería a la inhumana práctica de ser vientre de alquiler, quizá los Adonis, o los Hércules, estarían en el top del mercadeo irracional.
Nuestras revistas de corazón huero, han llevado a portada a la famosa insistente, Ana de Obregón, por adquirir un bebé por gestación subrogada. Se pregunta el cuché por el padre, sus cuitas y todos los menesteres sabrosones a sus sesudos lectores. Nadie habla del contrato con la gestante, si le tienen garantizada las atenciones físicas, psicológicas y emocionales por las consecuencias del parto, la preñez y la pérdida de su hijo.
En fin, nuestra legislación se opone frontalmente a la práctica de la maternidad subrogada, sea sin escrúpulos comerciales o por raras bondades altruistas, nuestras sentencias del Supremo afirman con rigor su reprobación. Pero, como siempre la ley encuentra una finta, para saltarse ella misma a la torera, y se ha metido un gol por la escuadra, consintiendo la paternidad de infantes de importación, amparada en la legalidad del país de procedencia.
Los evasores de capitales nos muestran sus burlas al común, con el colmo de sus ostentaciones, como muestra de su patriotismo algunos llevan en el rólex una banderita roja y amarilla. Nuestra cacatúa de las doce campanadas, con su faz remendada, hace ostentación de su ibérica prole, mostrando a la parroquia sus veniales caprichos.
Por estar en el candelero, en vez de engrosar las arcas de un psiquiatra por su osada manía de ser alguien más de la cuenta, doña Ana de Hombre Gol y sus condeses, saca del frasco de su esencia la falta de sustancia, para darnos que hablar. En España el refrán es generoso, “a quién Dios no le ha dado hijos, el diablo le da sobrinos”; pone en manos de Belcebú el desparrame de cariño para el consuelo.
En fin, nuestro rico mercado de óvulos, puede ser fertilizado por las clonaciones de nuestros fantasmas de campanillas, sin alquilar un vientre.
Curro Flores
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