EL REPIQUE SIN CAMPANAS DE TORREMOLINOS
Stephen Emms, periodista de The Times, ha dedicado un lisonjero artículo a Torremolinos, como a esos viejos roqueros que vuelven al escenario y, ante sus de antes y los de ahora, revolucionan a la concurrencia con su chim pam pum añejo: sol más pescaditos y turistas más insersos por doquier.
Pero mientras los ecos y las copas se mueren de risa, los que no pueden dormir son los vecinos de la Nogalera que, en su histórica plaza, amén de que por lo bajinis pasa el Cercanías, concurren las asonadas festivas de más algarabía, con nocturnidad y descuidadas costumbres.
El TSJA ha condenado al Ayuntamiento por no poner sordina eficaz al desmadre, es más, le dice que no basta con tomar medidas contra la contaminación acústica, sino que las que se adopten sean “realmente eficaces”. La condena presume que el edilazgo pepero, tendrá que retratarse con los vecinos denunciantes, pagándole en razón de los alquileres de la zona la sanción que, tendrán que soportar las silenciosas arcas municipales.
La plaza de la Nogalera que, sufrió el desanimo por los años de obras de la estación de ferrocarril, había encontrado de nuevo en la parranda, la forma de resarcir el espíritu de los locales de copas, añadiendo la municipalidad el centro de destino sus escenarios de sus fiestas del lugar. No creo que con la cuaresma de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, anidemos una cartuja en el centro de la villa, pero van a hacer el agosto los chinos vendiendo auriculares, para que cada cual lleve su baile por dentro.
Hace tiempo, después de mis oficios de munícipe, me llamó la atención que la histórica urbanización de torroles de la Nogalera, todavía mantuviera sus callejones privados, es decir, que cobran para su comunidad el establecimiento de las mesas de los negocios que existen, rara avis; por lo que de acuerdo con la sentencia del silenciador, también me gustaría decirle a los vecinos que no pueden conciliar el sueño, lo de sopa y teta, no se puede cobrar de las copas y molestarte el ruido que conlleva la nuit de sus consumidores.
Curro Flores
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