LA COSTA NOSTRA
Se vislumbraba el ocaso de la última centuria, y la pareja de Roberto Saviano, periodista y escritor, amenazado por la Camorra napolitana, junto a Antonio Romero, parlamentario comunista malagueño, frondoso parlanchín televisivo: en una rueda de prensa sobre el asentamiento de los jefes de las mafias en la Costa del Sol, auguraron el devenir violento de este refugio placentero.
El bochinche que liaron fue estruendoso, representantes de los sectores empresariales, turísticos y autoridades, cogieron la cuerna por el toro, y a acusaron a Romero de falaz profeta en busca de titulares. Al menda, aunque no soy afín ideológico al de la hoz a martillazos, se me quedó el canturreo, por eso lo recuerdo. Después Romero se desquitaría con su libro La Costa Nostra, las mafias en la Costa del Sol de 2004.
Ayer, como a diario, las primeras noticias se referían a asuntos dignos de aquel periódico de la Dictadura, El Caso: acciones violentas, crímenes, decomisos de droga, abusos sexuales, etc. Lo más llamativo es que somos los terceros, como Chanel, pero en el ranking de Europol, el de ser la tercera zona más violentas de Europa.
Aunque el establecimiento de mafiosos venga de larguísimo, en siete quinquenios, desde aquel locuaz anuncio, nuestro agujero de lavado de dinero negro, se ha convertido en galáctico. Lo más que puede parecer al cotidiano, es la necesidad de buenas plumas y cámaras, que desarrollen series en la Costa, para el descanso de la tribu frente al plasma, antes que sean víctimas de una bala perdida o les arrolle un coche asesino.
El 19 de junio, por fin, Juanma y Medio nos ha convocado a las urnas. El asunto que nos sacude, de nuestro nuevo perfil internacional violento, es para no seguir haciendo la política del avestruz. El mar, la mar, es un bonito tema para hablar; de la pérdida de arena en nuestros rebalajes, un chollo, pero sería ser un mirlo blanco de las cosas públicas, poner en el centro del debate el informe de Europol. Nosotros lo que queremos es que Torroles sea sede de Eurovisión, una Expo, y como el titiritero, seguir de feria en feria.
Curro Flores
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