viernes, 20 de mayo de 2022

LA MÁLAGA SOÑADA

 

LA MÁLAGA SOÑADA

Ayer, antes que la solana, me fundiera la sesada con las calores del Mayo florido por el Paseo Marítimo Antonio Banderas, camino de mi encuentro con mi querido y siempre admirado Carlos Álvarez, convocados por el que fuera mi primer y excepcional edecán como concejal de Cultura, primer director también del renovado Teatro Municipal Miguel de Cervantes, Carlos de Mesa; con el gran motivo de tener una puesta en común para la celebración del cumpleaños de nuestro director Octavio Calleya. No tuve más remedio que recordar a Pedro Aparicio, quién seguro estuvo iluminando nuestra mesa.

Iba con una doble alegría reinando en mi jadeo: el equipo de cirugía cardio vascular del Hospital Regional de la Ciudad  del Paraíso, acababa de salvar la vida a un enfermo con una rotura de corazón, primera intervención lograda con éxito en el mapamundi de las revistas científicas mundiales. Al frente de ese equipo está un entrañable amigo de mi primera juventud, el doctor Fernando Calleja Rosas, al que tras muchos años pude saludar con su bata blanca, quién generosamente ha querido meterle el bisturí a mis tortuosas varices la próxima semana, que llevan tres años diciendo aquí estoy yo, en la lista de espera del paciente SAS.

A Fernando, futbolista inigualable, al que llamaban el Paragua, comparándolo admirativamente con la estrella paraguaya del Málaga, Fleitas Miranda, ídolo de la afición. Su padre le pinchó el balón y lo encauzó por la medicina, teníamos quince años, cuando en sus sueños y ambiciones profesionales, se propuso emular al doctor Barnard, quién hizo el primer trasplante de corazón, mientras a mi me desmayaba la sangre. Ahora dirige a los cirujanos que luchan por latidos de vida.

A Carlos, acompañando a Aparicio, le conocí de niño, en la Iglesia del Sagrado Corazón, cantaba en la Coral Santa María de la Victoria, la  gran obra del padre Manuel Gámez, al escucharle cantar, ya le señalamos sus destinos universales. Nuestro barítono ha provocado grandes elogios en todos los escenarios operísticos mundiales. Él, con su humanísima modestia, tras nuestra conversa, sé que con su voz cautivadora y cultivada, salida del alma,  siempre trata de tender las redes para recibirlas llenas de emociones.

Pedro Aparicio, era de profesión cirujano cardio vascular, con plaza en el Regional y en la Facultad de Medicina: su amor a la música, en especial a la ópera, le hacían uno de sus mejores conocedores. Una noche en casa de Carlos Sanjuán, mientras debatíamos sin aliento la búsqueda de nuestro primer candidato a la alcaldía de Málaga, recuerdo que entre tantos peros, acertó a pasar la compañera Pilar Guerrero y citó su nombre; a partir de ahí, nació su paso al frente por la naciente democracia, y arrebatamos a la medicina un cirujano y un futuro catedrático, por 16 años con el bastón de mando transformador de la Málaga depauperada que conocimos.

A Pedro, ilustrado  y excepcional trabajador, cuando la ocasión se prestaba, gustaba repetir en sus alocuciones, que pretendía para nuestra ciudad que fuera admirada por sus  grandes tesis doctorales, avances científicos, creadora, con vecinos cultos y respetuosos. A veces, su siembra germinaba entre los mejores, otras pasaban por pedanterías para el cárter de Merdellín, y nuestros jaraneros modos de estar en la vida.

 

Curro Flores

 

 

 

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