sábado, 4 de junio de 2022

EL FULGOR DE PIO BAROJA

EL FULGOR DE PIO BAROJA

La Corporacioncilla de San Sebastián, por estúpida abrumadora mayoría, decidió no otorgarle la medalla de oro de La Bella Easo a Pio Baroja, en el 150 aniversario de su nacimiento, inclúyanse entre los botarates insignes a mis compañeros socialistas ¡qué indignidad! ¿Qué diría Tomás Meabe?, vasco fundador de las Juventudes Socialistas, -nada, por muerto, pero vivo, su pensamiento, se escandalizaría.

La obra de don Pio no expirará, la hazaña de los edilillos, trataremos de no recordarla por abominable. Uno de los insignes amigos de Málaga, decía, -si uno se sube a Gibralfaro para mirar la Ciudad del Paraíso, verá que el único hijo predilecto soy yo. Imaginen si uno otea desde el monte Igueldo  las boinas, la más luciente por lo que encierra, la de Baroja, la otra inmensa mayoría para el frontón nacionalista.

Ayer rescaté, en mi impetuoso rastreo de libros, La Busca, de Pio Baroja, entre los manoseados textos  para guiris, que ofrece CUDECA gratis, en su gracioso carrito verde. Este libro, de edición primorosa, de la Trilogía de la Lucha por la Vida, era de predilección por Hemingway. Curiosamente, los dos, pasaron largas temporadas en mí querida Churriana: La familia Baroja en el Carambuco, que visité de concejal de la barriada malagueña, para  conocer  y ofrecerme a Julio Caro, con la incomparable hospitalidad de su sobrino Pio. Ernest Hemingway, pasó veranos en la finca de La Cónsula, vergel de Churriana,  para su evocación sugerí, y Eugenio Chicano plasmó con su arte, extraordinariamente, un decorado evocador a su presencia en la actual escuela de hostelería, preside el comedor un pupitre alto, por la costumbre de escribir de pie del novelista norteamericano, pasará desapercibido entre tantas comandas.

Mi primera lectura, no infantil, fue El Laberinto de las Sirenas, desde ahí me enristré con las aventuras de Shanti Andía. Era uno de los cuatro robados que estaban en el aparador de la sala de costura, la ladrona los trajo para pagar la hechura de un vestido; de esos leí también, En el Cielo no hay Almejas, de Álvaro de la Iglesia -en mí sopa tampoco. Con los dos lujosos de la Masonería, vista por el franquismo, ni pude, ni entendí.

Baroja, presumiblemente era anarquista de derechas, por ubicarlo políticamente. Le parecía el nacionalismo vasco y catalán, una moda fundamentada en textos de segundo orden, renacido al socaire de los agravios comparativos. Imaginen, a mis convecinos percheleros creando fronteras por la desatención sin paliativos que recibíamos.

Mi Medalla de Oro de Churriana, Málaga, para don Pio Baroja.

Curro Flores

 

 

 

 

 

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