FLAMENCO EN LA MOCHILA
El menos vernáculo en apariencia, el Consejero de Turismo y Cultura, señor Bernal, le ha tocado en suerte llevar la aprobación de la Ley del Flamenco; llega tarde según la flamencología exigente, más si se tiene en cuenta que al frente de la Consejería estuvo Juan Manuel Suárez Japón, hondo conocedor del cante, pero le salió un gallo.
Parte de los de las Cinco Llagas, salieron al portal del Parlamento a doblar las palmas por bulerías, con Juanma rebosante de alegría; nuestro singular arte andaluz, llegará a las aulas de nuestros infantes, al compás del tres por cuatro, para mejorar curritolo.
En la información del universal acontecimiento, se cita a mi inolvidable amigo Manolo Sanlúcar, doy por seguro, el más estudioso intérprete y creador de nuestro arte y conocedor de su historia y esencia. El genial guitarrista, severo sin límite por promover los estudios académicos del flamenco; seguro echaría en falta como siempre departíamos, cultivar también el conocimiento de la música culta, la trasposición a las partituras de nuestra música, en la que nada es imposible, salvo encajar en la escala melismática el quejío del Terremoto de Jerez.
Se debe ver con felicidad ese salto de los festivales, porque tablaos pocos quedan, a las aulas; es bueno que nuestros niños sepan diferenciar nuestros palos; ya que no les llegan muchas horas para Historia Contemporánea, el recorrido de la implantación de nuestro folclore, con poco más de dos siglos datados, puede ser de muchísima utilidad, para resolver muchos porqués; incluso promover el gusanillo de futuros interpretes y aficionados.
No abundo por una ceremonia de confusión, al exigir al mismo tiempo que celebramos conocernos, demandar elevar nuestro punto acústico, exigiendo en nuestro plan de estudios, saber de Beethoven y Falla, para deleitarse sumergidos en la Aljibe (Sinfonía Andaluza) de Manolo, el maestro sanluqueño.
Curro Flores
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